sábado, 25 de septiembre de 2010

EVANGELIO DOMINGO 26 DE SEPTIEMBRE. DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO


Evangelio según San Lucas 16,19-31.

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.

A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.

Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'.
'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.
El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'.

Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'.
'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'.

Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".

REGLAS HERMANDAD SACRAMENTAL (IX)



CAPITULO V: DE LOS CABILDOS

REGLA LV

El Cabildo de Sres. Oficiales y Oficios es la reunión formal de los miembros de la Junta de Gobierno, constituida en órgano deliberante y ejecutivo. Como tal, es su misión dirigir la vida de la Hermandad, la administración de sus bienes, la gestión y resolución de asuntos de trámite y de todos aquellos cuya urgencia no permita esperar la convocatoria de todos los Hermanos.

REGLA LVI

El Cabildo de Oficiales Ordinario se reunirá como mínimo cada dos meses, debidamente convocado por el Hermano Mayor y previa notificación a cada uno de sus miembros y al Director Espiritual, al menos con cuarenta y ocho horas de antelación, por citación o cédula que firmará el Secretario, y en la cual se deberá hacer constar el lugar y la hora de la primera y segunda convocatoria, así como el orden del día.

El lugar habrá de ser en las dependencias de la Casa de Hermandad, o bien en los salones parroquiales de Santa María Magdalena, salvo por circunstancias de fuerza mayor. Para su celebración, en primera convocatoria será necesaria la presencia de la mitad de los Oficiales, siendo suficiente con los presentes para la celebración en segunda convocatoria, media hora después.

En el orden del día fijado previamente, se incluirá como primer punto la lectura del acta del Cabildo de Oficiales anterior, y su aprobación, si así procede. A continuación, los puntos de los temas a tratar, cerrándose con los ruegos y preguntas, en donde no podrán adoptarse otros acuerdos que los referentes a cuestiones de trámite o protocolarias.

La presidencia efectiva la ostentará el Hermano Mayor, o quien lo sustituya jerárquicamente, quien tendrá como especial misión de su competencia la dirección del Cabildo, dando cuenta de cada punto del orden del día. Si el Director Espiritual asistiese, ocupará la presidencia de honor, situándose a su derecha el Hermano Mayor, y debe asesorar en todo aquello que atañe a su labor, habida cuenta de su especial misión.

Caso de corresponderle por sustitución jerárquica la presidencia en los Cabildos al Secretario, no podrá ejercerla, debiendo pasar al siguiente Oficial dicha misión.

Así mismo, caso de encontrarse ausente el Secretario y el Archivero, el Hermano Mayor está facultado para nombrar su sustituto en el Cabildo, de entre los Diputados.

Si en los asuntos a tratar no se llegase a acuerdo, el Hermano Mayor podrá proponer la celebración de votación. En ella bastará para su resolución la mayoría más uno, pero caso de resultar igualada, el Hermano Mayor podrá tener voto de calidad.

Para la celebración del acto, se seguirá el protocolo tradicional que dicta la Regla ochenta y uno.

REGLA LVII

El Cabildo de Oficiales se reunirá con carácter extraordinario cada vez que así lo requieran los temas a tratar. Su convocatoria podrá hacerla el Hermano Mayor, o cuando lo soliciten por escrito, al menos la mitad de los Oficiales de la Mesa, en cuyo caso éstos deberán asistir a la sesión de manera obligatoria, pudiéndose acordar la no celebración de la reunión ante su inasistencia.

REGLA LVIII

Cuando algún asunto de la Hermandad requiera tal urgencia que no sea posible citar a la Junta de Gobierno en Cabildo, se reunirá la Mesa como queda reflejado en la Regla treinta y cinco, la cual deberá dar cuenta de su gestión en el más próximo Cabildo de Oficiales.

REGLA LIX

El Cabildo General de la Hermandad es la asamblea de todos los Hermanos de pleno derecho, y es por ello supremo órgano deliberante y ejecutivo, con plena soberanía sobre todos los aspectos de sus actividades espirituales y materiales, aunque sujeto a las disposiciones de la autoridad Eclesiástica y estas Reglas. Por todo ello sus acuerdos recaen sobre todos los miembros de la misma.

REGLA LX

A) El Cabildo General Ordinario se reunirá cada año en una fecha comprendida entre la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora y el Miércoles de Ceniza.

B) Será convocado por el Hermano Mayor y la Junta de Gobierno, notificándose el mismo a los Hermanos de pleno derecho, al menos tres días antes de su celebración, por medio de citación firmada por el Secretario, deberá recoger el lugar donde ha de efectuarse, hora de sus convocatorias y orden del día del mismo.

C) Para la celebración del mismo en primera convocatoria habrá de contarse con la presencia mínima del diez por ciento de todos los hermanos, y se podrá celebrar en segunda convocatoria, media hora más tarde, con los hermanos que se encuentren presentes.

D) En este Cabildo, anualmente el Tesorero presentará los presupuestos generales para el próximo ejercicio y las cuentas del anterior, debidamente firmadas y revisadas por el Celador y con el visto bueno del hermano Mayor, y que deberá recibir la aprobación, si así procede, del Cabildo General. Estos presupuestos y liquidación serán enviados a la Vicaría General para su revisión definitiva, a tenor de los cánones 319,1 y 1287,1.

E) Igualmente el Secretario habrá de presentar la Memoria anual de la Hermandad, en la cual se recogerán todas las actividades de la misma, y que también habrá de ser revisada por el Hermano Mayor.

F) En la forma que se previene en el Capítulo VI de estas Reglas, cada cuatro años y en este mismo Cabildo se celebrarán las elecciones Generales a la Junta de Gobierno de la Hermandad.

G) La presidencia deberá constituirse con el Director Espiritual como representante de la Autoridad Eclesiástica ó por un delegado autorizado por la misma, el cual tendrá a su derecha al Hermano Mayor y a su izquierda al Consiliario, y en su defecto a quienes le sustituyan jerárquicamente. La dirección y moderación en el acto será llevadas por el Hermano Mayor.

H) Tal y como previene para los Cabildos de Oficiales, el Secretario no podrá acceder a la presidencia de los mismos, debiendo seguirse igual norma que en éstos. Así mismo, causa de estar ausente Secretario y Archivero, le sustituirá en cualquier quehacer uno de los Diputados, que será designado por el Hermano Mayor para tal menester.

I) Iniciado el Cabildo, todos los hermanos de pleno derecho asistentes podrán pedir el uso de la palabra, la cual por rigurosos turnos le deberá ser concedido por el Hermano Mayor, el cual además cuidará la mesura del lenguaje, brevedad en las exposiciones y de que sea guardado el debido respeto y honor a las personas, teniendo facultad para llamar la atención e incluso hacer salir del Cabildo a aquel que incumpliere las normas elementales cristianas y cívicas que deben presidir dicho acto.

J) Caso de requerirse votación, para la resolución de asuntos, ésta será ordenada por el Hermano Mayor, de forma pública o privada, ejercitando el mismo los hermanos de pleno derecho asistentes. Para las votaciones ordinarias, bastará con la mitad de los más uno, pudiendo decidir en caso de igualdad, el Hermano Mayor con voto de calidad.

K) En asuntos tales como la modificación de estas Reglas, fusión con otras corporaciones religiosas, enajenación, cesión o donación de bienes, extinción de la Hermandad o todo aquello que a juicio de la Junta de Gobierno sea de gran importancia para los destinos de la corporación, será requerida la votación por mayoría especial, para lo cual será necesaria las dos terceras partes de los votos.

L) La presidencia del Cabildo, para el desarrollo y protocolo del mismo seguirá las normas indicadas en estas Reglas para los de Oficiales.

REGLA LXI

El Cabildo General se reunirá con carácter Extraordinario, siempre que la importancia de un asunto o su premura así lo aconsejen, y así lo estime conveniente el Hermano Mayor y la Junta de Gobierno.

Así mismo habrá de celebrarse con la mayor brevedad posible, cuando lo soliciten por escrito, en el que se haga constar el asunto motivante a la Junta de Gobierno, un número no menor de diez por ciento de los Hermanos de pleno derecho.

En el orden del día y tras el primer punto que constituirá la lectura del acta del Cabildo General anterior y su aprobación si procede, se incluirá únicamente el tema exigido. Por todo ello en este Cabildo, no habrá ningún asunto, así como tampoco ruegos ni preguntas.

Por el desarrollo del mismo, y de la votación si hubiera lugar, se seguirá lo dispuesto para los Cabildos Ordinarios en la Regla anterior.

viernes, 24 de septiembre de 2010

HERMANDADES SACRAMENTALES. SACRAMENTAL DE LA MAGDALENA








Real, Fervorosa y Antigua Hermandad y Cofradía del Santísimo Sacramento, Pura y Limpia Concepción de la Virgen María, Santo Rosario y Ánimas Benditas del Purgatorio de la Real Parroquia de Santa María Magdalena.

Web: http://sacramentaldelamagdalena.blogspot.com/

La primera Regla que conocemos de esta corporación eucarística se aprobó en 1575. Su procesión de impedidos tenía lugar el domingo anterior a la fiesta de Pentecostés, organizándose por última vez en 1968.

Cuando la primitiva parroquia de Santa María Magdalena fue derruida por los franceses en 1811, la Hermandad Sacramental se trasladó a la capilla de la Antigua y Siete Dolores, sita en el compás del convento dominico de San Pablo. En 1851 encontró acomodo en el interior del monumental templo barroco, instalándose en una capilla ubicada a los pies de la nave del Evangelio. En el último tercio del siglo XIX, el Sagrario se trasladó a la espaciosa capilla de la Virgen del Rosario, quedando desde entonces bajo el cuidado de la Hermandad Sacramental, que también posee Sala Capitular en el coro bajo.

La Hermandad celebra una solemne procesión eucarística por las calles de la feligresía en la mañana de la festividad del Corpus Christi. En su configuración actual se remonta al año 1973, aunque se tiene históricamente constancia de su existencia desde el siglo XVI. Figura en el primer paso, al cargo de la cofradía de la Quinta Angustia, un elegante baldaquino diseñado por el escultor Joaquín Bilbao y tallado por Antonio Infante en 1924, en cuyo interior se cobija la espléndida imagen manierista del Niño Jesús que tallara Jerónimo Hernández en 1582. En el segundo paso se alza una Inmaculada que ha sido relacionada con el quehacer de Benito de Hita y Castillo, a mediados del siglo XVIII. Por último, cierra el cortejo la soberbia custodia barroca, obra conjunta de Diego de León, Cristóbal Sánchez de la Rosa y Juan Laureano de Pina en la segunda mitad del XVII, con peana de Blas Amat en 1790.

Otra pieza de estimable valor artístico es la talla de la Inmaculada que se expone en el manifestador del retablo mayor parroquial. Se trata de una efigie donada en 1669 a la Hermandad Sacramental por el capitán D. Miguel Beltrán de Benavides, quien en su testamento de 1677 declara haberla traído de México, dotando además una Fiesta anual a la Purísima cada 8 de diciembre, cuando la corporación sigue celebrando su Función Principal de Instituto. También posee una escultura de pequeño formato de San Clemente, firmada en su base por Francisco Antonio Gijón.

En su rico ajuar de plata destaca el sagrario punzonado por el citado Blas Amat a finales del siglo XVIII; los también dieciochescos faroles de pie, manifestador portátil en forma de libro y pectorales de pertiguero; las decimonónicas pértigas, o las obras más recientes del orfebre Fernando Cruz Suárez: cruz de guía, ciriales y faroles de mano, en la década de 1950. Igualmente deben reseñarse los magníficos bordados que ostentan tanto un paño mortuorio confeccionado por el maestro Juan César en 1666, como el Palio rico, Guión y Simpecado, fechables hacia 1800.


miércoles, 15 de septiembre de 2010

EXALTACION DE LA SANTA CRUZ


La fiesta del Triunfo de la Santa Cruz se hace en recuerdo de la recuperación de la Santa Cruz obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la logró rescatar de los Persas que se la habían robado de Jerusalén.

Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de avanzar. Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "Es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".

Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión.

La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron "Veracruz"(verdadera cruz).

Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que allí padeció pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la salvación.

A San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que el demonio lo atacaba con terribilísimas tentaciones y cuentan que un día, angustiado por tantos ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la Cruz, y el demonio se alejó. En adelante cada vez que le llegaban los ataques diabólicos, el santo hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Y dicen que entonces empezó la costumbre de hacer la señal de la cruz para librarse de males.

De una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas tentaciones de tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su director espiritual y este le dijo: "Si Usted no está enferma del cuerpo, ésta tristeza es una tentación del demonio". Le recomendó la frase del libro del Eclesiástico en la S. Biblia: "La tristeza no produce ningún fruto bueno". Y le aconsejó: "Cada vez que le llegue la tristeza, haga muy devotamente la señal de la cruz". La santa empezó a notar que con la señal de la cruz se le alejaba el espíritu de tristeza.

Cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa Bernardita en Lourdes (Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso hacerse la señal de la cruz. Pero cuando llegó con los dedos frente a la cara, se le quedó paralizada la mano. La Virgen entonces hizo Ella la señal de la cruz muy despacio desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho. Y tan pronto como la Madre de Dios terminó de hacerse la señal de la cruz, a la niña se le soltó la mano y ya pudo hacerla ella también. Y con esto entendió que Nuestra Señora le había querido dar una lección: que es necesario santiguarnos más despacio y con más devoción.

Mire a la gente cuando pasa por frente a una iglesia. ¿Cómo le parece esa cruz que se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una señal de la Cruz? ¿Cómo la haremos de hoy en adelante?

domingo, 12 de septiembre de 2010

EVANGELIO DOMINGO 12 DE SEPTIEMBRE. XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO. FESTIVIDAD DEL DULCE NOMBRE DE MARIA.


Evangelio según San Lucas 15,1-32.

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".

Jesús les dijo entonces esta parábola: "Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido".
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido". Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte". Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una ida licenciosa.


Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.

Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.

Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

miércoles, 8 de septiembre de 2010

8 DE SEPTIEMBRE, NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA.


Cada ocho de septiembre la Iglesia celebra como fiesta la Natividad de la Virgen María. En el día en que recordamos su nacimiento vamos a bosquejar una breve biografía. Ante todo decir que para conocer muchos de los elementos históricos de la vida terrenal de María, algunos plenamente asumidos por la comunidad creyente, tenemos que recurrir a documentos extrabíblicos.

Una de las fuentes en las que se han basado generaciones enteras para conocer la vida de María, sobre todo antes de la Anunciación, han sido los evangelios apócrifos, especialmente el protoevangelio de Santiago y el “Evangelio del Pseudo Mateo”. Detalles tales como el nombre de los padres de la Virgen, la Presentación de la Virgen al templo, el nacimiento de Jesús en una cueva y apoyado en un pesebre, la vejez y viudez de san José, las ofrendas de los Magos o la vara florecida de José proceden de estos apócrifos. Aclaramos que “apócrifo” no es sinónimo de falso sino que son escritos que la Iglesia no reconoce como verdad revelada, sin excluir que puedan narrar hechos ciertos.

Los Evangelios únicamente narran la genealogía de José, no la de María (Mt 1, 1-17) lo cual es acorde con la tradición judía en la cual el papel de la mujer en la sociedad era muy secundario. Los padres de María se llamaban Joaquín y Ana y posiblemente vivían en Nazaret. Una tradición nos habla de que Joaquín nació en una aldea de Galilea llamada Séforis. Los apócrifos coinciden en señalar que Joaquín era hombre rico, de la tribu de Judá, y que tras muchos años de casado no tenía descendencia, lo cual era considerado oprobioso en la época, por considerarlo como no bendecido por el Señor al no haber dado vástagos a la casa de Israel. Tras retirarse en soledad al desierto y pedirlo insistentemente, un ángel del Señor le anuncia su paternidad y Ana, su esposa, da a luz a una niña a la que llamaran Mariam y que nacería en Jerusalén.

Sobre la infancia de María nada sabemos, aunque los apócrifos coinciden en que a la edad de tres años fue presentada y entregada al servicio del Templo, al que sirvió hasta los doce años (edad núbil) lo cual no implica que necesariamente viviera en el Templo ya que también pudo vivir con sus padres en Jerusalén o en Nazaret.

Entre los parientes de la Virgen, aunque no se citen con precisión, podemos citar a Isabel, que sería su prima y madre de Juan el Bautista y a la que la Virgen visita viviendo con ella al menos tres meses en la aldea de Ain-Karin. El evangelista Lucas nos lo narra con cierto detalle (Lc 1, 39-56). El Magnificat, espléndido canto mariano entonado por la Virgen en esta ocasión, constituye un magnífico regalo de la Virgen a las generaciones posteriores. Por otra parte el evangelista Marcos nos habla de otros parientes, hermanos de Jesús. El término hermano o hermana debe entenderse en sentido amplio, como sinónimo de parientes. La teología católica no admite que la Virgen tuviese más hijo que Jesús, el Unigénito.

En la Edad Media se difundió la leyenda de la parentela de la Virgen, leyenda hoy desautorizada, según la cual Ana, al enviudar, se volvería a casar por dos veces originando una numerosa parentela que podría quedar así: María de Cleofás era hermana de María (Jn 19, 25) y esposa de Alfeo cuyos hijos serían Santiago el Menor, Simón, Judas Tadeo y José. Otra hermana de la Virgen sería María Salomé, esposa de Zebedeo cuyos hijos serían Santiago el Mayor y Juan y que serían llamados por Jesús para el grupo inicial de apóstoles (Mc 1, 16-20). Así pues, Jesús tendría parientes próximos, primos y tíos seguramente. El espléndido retablo renacentista de la parroquia trianera de Santa Ana, que hoy puede admirarse restaurado en nuestro Museo de Bellas Artes, nos presenta a toda esta parentela haciéndose eco de la tradición, así como escenas de la vida de sus padres y de Ella misma.

María debía tener entre catorce y dieciséis años cuando se casó con José, edad habitual en la que las muchachas hebreas contraían matrimonio. Siguiendo la costumbre judía María habría realizado su desposorio (parte legal del matrimonio judío en el cual se obtienen todos los derechos y obligaciones de los esposos) con un joven que tendría entre dieciocho y veinticinco años llamado José, originario de Belén. Sabemos por los Evangelios que, tras la Anunciación, María se puso en camino para visitar a su prima (Lc 1,39), lo que indica que la visita ocurrió dentro del mismo año.

Al regreso de su visita a su prima santa Isabel se realizó la ceremonia religiosa y la fiesta de bodas de José y María, a partir de la cual empezarían a vivir juntos (Mt 1,24). La boda se celebraría en miércoles y duraría una semana, según la tradición judía. Desde ese momento, María se ocuparía de las tareas domésticas. Debido a las disposiciones romanas sobre el censo, José y María tuvieron que trasladarse a Belén (Lc 2,1) en donde nació Jesús probablemente en la primavera del año 4 a.C. A los ocho días, de acuerdo a la Ley judía, Jesús fue circuncidado (Lc 2,21). A los cuarenta días del nacimiento las mujeres debían purificarse del parto y María también lo hizo, por lo que los esposos fueron al templo de Jerusalén en donde presentaron al Niño y tuvo lugar el encuentro con la profetisa Ana y el anciano Simeón (Lc 2,22-38). Es lo que hoy celebramos como la entrañable fiesta de la Candelaria.

Los datos de cuándo regresó María y su familia a Nazaret no son claros, ya que por un lado Lucas, después de la presentación en el Templo nos indica que regresaron a Galilea, concretamente a la ciudad de Nazaret, donde el Niño crecía y se fortalecía (Lc 2, 40) mientras que Mateo nos presenta la llegada de los Magos de Oriente (Mt 2,1-11), la huida de la Sagrada Familia a Egipto (Mt 2,13-14), la muerte de los Inocentes (Mt 2,16-18) y sólo hasta la muerte de Herodes no regresan a Nazaret.

Desde ese momento la familia vivió de manera estable en Nazaret. Cada año, según la tradición judía, se hacía una peregrinación al Templo de Jerusalén tal como Lucas nos narra (Lc 2, 41). El mismo evangelista nos cuenta el episodio de la pérdida de Jesús en el Templo. Sucedió al cumplir los doce años, que era la edad en la que se alcanzaba la ciudadanía y todos los derechos y obligaciones de un judío, Jesús fue llevado como de costumbre al Templo (Lc 2,42-50). Después de este suceso, la vida de José y María transcurrirá normalmente en Nazaret y Jesús les estaba sumiso, mientras María guardaba todas estas cosas en su corazón (Lc 2,51). Durante este período suponemos que José murió posiblemente cuando Jesús habría tenido unos veinticinco años. La siguiente vez que aparece María citada es en las bodas de Canán (Jn 2,1-11), escena en la cual ya no se nombra a José como asistente a la misma.

Al comenzar Jesús su vida pública lo más probable es que María continuaría su vida con normalidad en Nazaret. Sin embargo, no hay razón tampoco para dudar que Jesús la visitaría con frecuencia. Un dato nos lo aporta el evangelista Mateo en donde se nos narra que al menos una vez María fue a visitarle mientras ejercía su ministerio. Es muy posible que todos los años subiera con María a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Algunos autores piensan que de ser eso cierto lo más posible es que se quedara en casa de Lázaro, en Betania, lo cual explicaría el hecho de la presencia de María en la Crucifixión que nos narra Juan en su Evangelio (Jn 19,25-27). María, posiblemente avisada por alguno de los discípulos, habría estado presente en todo el doble proceso religioso y político al que Cristo fue sometido y asimismo asistiría, con el mayor dolor, a la cruel Crucifixión de su Hijo. Finalmente, recibirá el cuerpo de Jesús descendido de la cruz por los Santos Varones y lo acompañaría hasta el sepulcro. Esa noche posiblemente habría regresado a casa de Lázaro en Betania.

Tras la Crucifixión, la próxima referencia que tenemos sobre María es su presencia en Pentecostés, donde, junto con los discípulos "perseveraba en oración".

La vida de María tras la Resurrección quedó unida a la comunidad. Desde la muerte de Jesús viviría con san Juan (Jn 19,25) y en estrecha comunión con los demás miembros de la Iglesia naciente. Después de Pentecostés no volveremos a tener referencia bíblica sobre su vida. Existen dos tradiciones que nos hablan de su residencia en Éfeso y otra en Jerusalén. Puede que residiese algún tiempo en Éfeso aunque la hipótesis de su estancia permanente en Jerusalén es más aceptada. Probablemente acabó sus días terrenales en Jerusalén hasta que, como dice el dogma de la Asunción, "llegado el final de su vida terrena, María fue asunta al cielo en cuerpo y alma".

Artículo de Jesús Luengo Mena en ArteSacro

lunes, 6 de septiembre de 2010

BIOGRAFIA DE MADRE MARIA DE LA PURISIMA








Madre María de la Purísima de la Cruz, (en el siglo: María Isabel Salvat Romero) nació en Madrid el 20 de Febrero de 1926 en la calle Claudio Coello nº 25, en el seno de una distinguida familia de alto nivel social. Fué bautizada en la Parroquia de la Concepción, en la calle Goya de Madrid. El día 8 de diciembre de 1944, cuando contaba 18 años, ingresó en la Compañía de la Cruz. Tomó los hábitos en 1945, profesó temporalmente en 1947 e hizo los votos perpetuos en 1952. Culta y distinguida hablaba tres idiomas, francés, inglés e italiano y debido a su piedad, no extrañó a la familia su decisión de ser hermana de la Cruz.

Fiel seguidora de Santa Ángela y observadora intachable de las reglas del Instituto, mantuvo intacto el carisma fundacional. Fue elegida Madre general de la Compañía de la Cruz el 11 de Febrero de 1977, pero antes fue superiora de las casas de Estepa y Villanueva del Río y Minas, maestra de novicias y consejera generalicia.

Austera y pobre para sí misma -«De lo poco, poco», solía decir- hacía vivir a las hermanas el espíritu del Instituto en la fidelidad a las casas pequeñas y se entregó a todos los que la necesitaban, especialmente a las niñas de los internados. También los pobres y enfermos ocupaban un lugar privilegiado en su corazón. Así atendía con verdadero cariño a las ancianas enfermas de las «cuevas» de Villanueva del Río y Minas, cuando estuvo allí de superiora. Diariamente por la mañana iba hasta las «cuevas» para atenderlas: las lavaba, les hacía la comida, les lavaba la ropa. Y siempre se reservaba los trabajos más duros y penosos.

Gobernó la Compañía con incansable celo y gigante espíritu de Hermana de la Cruz. Su ideal fué hacer vida el carisma de la Santa Madre Fundadora y con su vida sencilla, humilde y llena de fe, supo dar ejemplo. Fue fiel seguidora de su obra, y ha dejado en el corazón de todas sus hijas deseos ardientes de imitar su amor a Dios y a su Santo Instituto. Falleció el día 31 de octubre de 1998.

domingo, 5 de septiembre de 2010

EVANGELIO DOMINGO 5 DE SEPTIEMBRE. DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO


Evangelio según San Lucas 14,25-33.
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
"Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:
'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.