El sacramento del
Matrimonio.-(I)-
“El Creador del mundo estableció la
sociedad conyugal como origen y fundamento de la sociedad humana, y con su
gracia la convirtió en sacramento grande en Cristo y en la Iglesia” (Concilio
Vaticano II, Decret. Apostolicam Actuositatem,
11).
“La
alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un
consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los
cónyuges y al bien de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la
dignidad de sacramento entre bautizados” (Catecismo de la Iglesia Católica,
n. 1601).
En el primer relato de la
creación queda subrayada esta unidad del género humano ya desde el primer
instante de su origen, y no solamente con Dios, el Creador, sino también entre
el hombre y la mujer: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza...Dios creó, pues, al hombre a su imagen, conforme a la imagen de
Dios los creó; varón y hembra los creó" (Gn 1,
26-27).
Esta unidad del ser humano
–hombre y mujer; varón y hembra -, y su cooperación con Dios en la creación, en
la redención, en la santificación, queda definitivamente establecida y
manifestada por Cristo en el sacramento del Matrimonio.
Para abrir nuestra
inteligencia a una adecuada comprensión de la riqueza sacramental del
matrimonio, es necesario superar una concepción muy extendida entre los fieles
cristianos, que reduce mucho el verdadero significado del matrimonio.
Esa idea generalizada lleva
a considerar que el ser sacramento, apenas añade una sencilla
bendición sobrenatural a la institución natural del
matrimonio. Como si la importancia fundamental del matrimonio estuviera en
el contrato natural de un hombre con una mujer, en el que se
intercambian promesas de fidelidad y de vida. El ser sacramento se
limitaría a la realización de unas ceremonias, para legalizar esa
unión delante de Dios.
Esta visión del matrimonio
es falsa y pobre. La nueva realidad sobrenatural de la alianza
matrimonial, al haber sido elevada por Cristo a Sacramento, permaneciendo
idéntica la realidad natural originaria, lleva consigo sanar las heridas
provocadas por el pecado en el orden de la creación, y convierte el
matrimonio-sacramento en principio de redención y de santificación.
“El matrimonio basado en un
amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con
su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del
amor humano” (Benedicto XVI).
La importancia del
matrimonio en los planes de la creación no será nunca suficientemente
subrayada, no obstante, las claras palabras delGénesis, que manifiestan
la confianza y la alegría de Dios en el matrimonio: "Dios los bendijo
diciéndoles: Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad en
los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre todos los animales que
reptan sobre la tierra (...) Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que
estaba muy bien" (1,
28-31).
Para alcanzar la perspectiva
de la nueva criatura en Cristo, que es todo cristiano, es muy
oportuno tener presente la grandeza del sacramento del matrimonio, y la
importante acción redentora y santificadora de la gracia, que en él tiene
lugar; dos aspectos que han quedado reflejados en estos dos textos:
"La Sagrada Escritura
se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer a imagen y
semejanza de Dios (Gn 1, 26-27) y se cierra con la visión de las
bodas del Cordero (Ap 19, 7.9). De un extremo a otro la
Escritura habla del matrimonio y de su misterio, de su institución
y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones
diversas a lo largo de la historia de la salvación, de sus dificultades nacidas
del pecado y de su renovación en el Señor (1 Cor 7,
39) todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia
(cf. Ef 5, 31-32)" (Catecismo de la Iglesia Católica, n.
1602).
Benedicto XVI afirma: “El
matrimonio es un sacramento del Creador del universo; por tanto, ha sido
inscrito precisamente en el ser humano mismo, que está orientado hacia ese
camino (…) El sacramento del matrimonio no es una invención de la Iglesia; en
realidad fue creado juntamente con el hombre, como tal, como fruto del
dinamismo del amor, en el que el hombre y la mujer se encuentran mutuamente y
así encuentran también al Creador que los llamó al amor”.
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