domingo, 16 de diciembre de 2012

EL RETO DE LA NAVIDAD



Si de verdad deseamos la felicidad a nuestros prójimos –a los familiares, amigos y cercanos, a los que pasan a nuestro lado en las encrucijadas de la vida... ¡a todos!–, no podremos por menos que ayudarles a encontrar de nuevo al Niño Jesús que nace en Belén, al Emmanuel, el Dios con nosotros. Ayudarles con nuestra oración, con nuestro ejemplo, con nuestra cercanía en todas sus situaciones de necesidad corporal y espiritual. Mostrarles la bondad de Jesucristo, nuestro Salvador: ¡he ahí el reto de la Navidad para nosotros los cristianos!
La infelicidad que asola a tantos de nuestros contemporáneos, jóvenes y mayores, en las más variadas formas de desolación moral y espiritual, de disgustos y dramas familiares, de rupturas e infidelidades matrimoniales, de pérdidas del puesto de trabajo, de fracasos profesionales, de orfandad y dolor..., sólo se combate eficazmente con la conversión al Dios que ha salido a nuestro encuentro, ya en Belén, cuando nace en la humildad de nuestra carne y en la sencilla pobreza del lugar y del pesebre. Es más, con la búsqueda del tú a tú con Él, en el sacramento de la Penitencia, la infelicidad soterrada o abierta se torna en felicidad honda e imperecedera.

 Antonio María Rouco Valera
Cardenal Arzobispo de Madrid   

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