sábado, 30 de octubre de 2010

EVANGELIO DOMINGO 31 DE OCTUBRE. DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO



Evangelio según San Lucas 19,1-10.

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.

Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.

Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".

Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

EVANGELIO DE LA VIDA (III)



«SI QUIERES ENTRAR EN LA VIDA, GUARDA LOS MANDAMIENTOS» (Mt 19, 17)

De la Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II.

« En esto se le acercó uno y le dijo: "Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?" » (Mt 19, 16). Jesús responde: « Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos » (Mt 19, 17). El Maestro habla de la vida eterna, es decir, de la participación en la vida misma de Dios. A esta vida se llega por la observancia de los mandamientos del Señor, incluido también el mandamiento « no matarás ». Precisamente éste es el primer precepto del Decálogo que Jesús recuerda al joven que pregunta qué mandamientos debe observar: « Jesús dijo: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás..." » (Mt 19, 18).

El mandamiento de Dios no está nunca separado de su amor; es siempre un don para el crecimiento y la alegría del hombre. Como tal, constituye un aspecto esencial y un elemento irrenunciable del Evangelio, más aún, es presentado como « evangelio », esto es, buena y gozosa noticia. También el Evangelio de la vida es un gran don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea que compromete al hombre. Suscita asombro y gratitud en la persona libre, y requiere ser aceptado, observado y estimado con gran responsabilidad: al darle la vida, Dios exige al hombre que la ame, la respete y la promueva. De este modo, el don se hace mandamiento, y el mandamiento mismo es un don.

El hombre, imagen viva de Dios, es querido por su Creador como rey y señor. « Dios creó al hombre —escribe san Gregorio de Nisa— de modo tal que pudiera desempeñar su función de rey de la tierra... El hombre fue creado a imagen de Aquél que gobierna el universo. Todo demuestra que, desde el principio, su naturaleza está marcada por la realeza... También el hombre es rey. Creado para dominar el mundo, recibió la semejanza con el rey universal, es la imagen viva que participa con su dignidad en la perfección del modelo divino ». Llamado a ser fecundo y a multiplicarse, a someter la tierra y a dominar sobre todos los seres inferiores a él (cf. Gn 1, 28), el hombre es rey y señor no sólo de las cosas, sino también y sobre todo de sí mismo y, en cierto sentido, de la vida que le ha sido dada y que puede transmitir por medio de la generación, realizada en el amor y respeto del designio divino. Sin embargo, no se trata de un señorío absoluto, sino ministerial, reflejo real del señorío único e infinito de Dios. Por eso, el hombre debe vivirlo con sabiduría y amor, participando de la sabiduría y del amor inconmensurables de Dios. Esto se lleva a cabo mediante la obediencia a su santa Ley: una obediencia libre y gozosa (cf. Sal 119 118), que nace y crece siendo conscientes de que los preceptos del Señor son un don gratuito confiado al hombre siempre y sólo para su bien, para la tutela de su dignidad personal y para la consecución de su felicidad.

Como sucede con las cosas, y más aún con la vida, el hombre no es dueño absoluto y árbitro incensurable, sino —y aquí radica su grandeza sin par— que es « administrador del plan establecido por el Creador ».

La vida se confía al hombre como un tesoro que no se debe malgastar, como un talento a negociar. El hombre debe rendir cuentas de ella a su Señor (cf. Mt 25, 14-30; Lc 19, 12-27).

Divina Pastora de las Almas para el mes de los difuntos









Fotos: Pedro Carrasco Postigo

jueves, 28 de octubre de 2010

VIAJE CULTURAL A JEREZ DE LA FRONTERA. 21 DE NOVIEMBRE.


Salida desde el lugar y a la hora previamente acordada con dirección a Jerez. Situada estratégicamente en plena campiña, a escasos minutos de la costa atlántica y la sierra gaditana, Jerez es una de las ciudades más bellas y atractivas de Andalucía Occidental. Capital del Caballo, cuna del Jerez y el Brandy y origen del Arte Flamenco, en Jerez convergen multitud de atractivos inigualables, únicos y sugerentes que hunden sus raíces en ancestrales tradiciones, haciendo de ella una ciudad diferente y exclusiva. Pero Jerez es mucho más que monumentalidad, más que bodegas, vino y brandy, mucho más que caballos andaluces y flamenco puro, Jerez confluye en si misma en la propia ciudad, una ciudad viva, llena de dinamismo y pura esencia andaluza, que los jerezanos viven y disfrutan día a día. Encuentro con el guía local para realizar la visita guiada de la ciudad con el que visitaremos algunos de los monumentos más característicos de la ciudad como la Iglesia de San Dionisio, construida sobre una antigua mezquita, San Dionisio, Patrón de las ciudad desde la reconquista de la ciudad en 1.264, aporta elementos mudéjares de bellísima factura, destacando la Capilla de Nuestra Sra. del Mayor Dolor y su extraordinario artesonado. También es importante reseñar la Torre de la Atalaya, torre vigía anexa a la construcción; la Iglesia Catedral de San Salvador, La antigua Colegiata, erigida en sede catedralicia de la Diócesis de Asidonia Jerez por el Papa Juan Pablo II, es una construcción barroca levantada entre los años 1695 y 1778 sobre la que fue primitiva iglesia del Salvador que, a su vez, ocupó el solar de la principal mezquita que existió en la Jerez musulmana. En su interior destacamos el cuadro “La Virgen de niña” de Zurbarán y las pinturas debidas a Juan Rodríguez “El Tahonero”. La torre campanario que se encuentra en el exterior, posiblemente fuera construida sobre el minarete de la mezquita. El Alcázar es el monumento cívico militar más importante y antiguo de Jerez. De planta cuadrada, esta construcción de origen almohade, fue residencia de los califas sevillanos y sede de los gobernadores cristianos tras la caída de la ciudad en manos de Alfonso X. En la torre del palacio de Villavicencio, edificio barroco integrado en el conjunto monumental del Alcázar, se ha instalado una Cámara Oscura que permite la visión de imágenes “en vivo” de la ciudad. Esta Cámara Oscura se ubica en la torre del Palacio barroco de Villavicencio. Su situación en la zona más alta y antigua de la ciudad permite disfrutar de las más hermosas vistas del Jerez histórico y moderno. Almuerzo en restaurante. Resto de tarde libre para continuar paseando por la ciudad. A la hora acordada regreso a Dos Hermanas. Fin del viaje y de nuestros servicios.

PRECIOS POR PERSONA

BASADO EN GRUPO DE 50 PERSONAS: 36,00 EUROS

Nuestros servicios incluyen: *Autocar de lujo con aire acondicionado, butacas reclinables. *Guía acompañante durante todo el recorrido. *Visita con guía local de medio día. *Almuerzo en restaurante. *Entradas al Alcázar almohade con baños y mezquita. *Seguro de Viaje. *I.V.A.


RESERVA DE PLAZAS

Teléfono móvil: 677 43 60 65

Correo electrónico: sacramentaldoshermanas@hotmail.com

EVANGELIO DE LA VIDA (II)



NUEVAS AMENAZAS A LA VIDA HUMANA.

De la Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II.

Cada persona, precisamente en virtud del misterio del Verbo de Dios hecho carne (cf. Jn 1, 14), es confiada a la solicitud materna de la Iglesia. Por eso, toda amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de su fe en la encarnación redentora del Hijo de Dios, la compromete en su misión de anunciar el Evangelio de la vida por todo el mundo y a cada criatura (cf. Mc 16, 15).

Hoy este anuncio es particularmente urgente ante la impresionante multiplicación y agudización de las amenazas a la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando ésta es débil e indefensa. A las tradicionales y dolorosas plagas del hambre, las enfermedades endémicas, la violencia y las guerras, se añaden otras, con nuevas facetas y dimensiones inquietantes.

Ya el Concilio Vaticano II, en una página de dramática actualidad, denunció con fuerza los numerosos delitos y atentados contra la vida humana. A treinta años de distancia, haciendo mías las palabras de la asamblea conciliar, una vez más y con idéntica firmeza los deploro en nombre de la Iglesia entera, con la certeza de interpretar el sentimiento auténtico de cada conciencia recta: « Todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como las mutilaciones, las torturas corporales y mentales, incluso los intentos de coacción psicológica; todo lo que ofende a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; también las condiciones ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados como meros instrumentos de lucro, no como personas libres y responsables; todas estas cosas y otras semejantes son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia y son totalmente contrarios al honor debido al Creador ».

Por desgracia, este alarmante panorama, en vez de disminuir, se va más bien agrandando. Con las nuevas perspectivas abiertas por el progreso científico y tecnológico surgen nuevas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va delineando y consolidando una nueva situación cultural, que

confiere a los atentados contra la vida un aspecto inédito y —podría decirse— aúnmás inicuo ocasionando ulteriores y graves preocupaciones: amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias.

En la actualidad, todo esto provoca un cambio profundo en el modo de entender la vida y las relaciones entre los hombres. El hecho de que las legislaciones de muchos países, alejándose tal vez de los mismos principios fundamentales de sus Constituciones, hayan consentido no penar o incluso reconocer la plena legitimidad de estas prácticas contra la vida es, al mismo tiempo, un síntoma preocupante y causa no marginal de un grave deterioro moral. Opciones, antes consideradas unánimemente como delictivas y rechazadas por el común sentido moral, llegan a ser poco a poco socialmente respetables. La misma medicina, que por su vocación está ordenada a la defensa y cuidado de la vida humana, se presta cada vez más en algunos de sus sectores a realizar estos actos contra la persona, deformando así su rostro, contradiciéndose a sí misma y degradando la dignidad de quienes la ejercen. En este contexto cultural y legal, incluso los graves problemas demográficos, sociales y familiares, que pesan sobre numerosos pueblos del mundo y exigen una atención responsable y activa por parte de las comunidades nacionales y de las internacionales, se encuentran expuestos a soluciones falsas e ilusorias, en contraste con la verdad y el bien de las personas y de las naciones.

El resultado al que se llega es dramático: si es muy grave y preocupante el fenómeno de la eliminación de tantas vidas humanas incipientes o próximas a su ocaso, no menos grave e inquietante es el hecho de que a la conciencia misma, casi oscurecida por condicionamientos tan grandes, le cueste cada vez más percibir la distinción entre el bien y el mal en lo referente al valor fundamental mismo de la vida humana.

martes, 26 de octubre de 2010

HERMANDADES SACRAMENTALES. SACRAMENTAL DE SAN GIL



Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas del Purgatorio de la Parroquia de San Gil.

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Consta que su Regla primitiva fue ratificada por la autoridad eclesiástica en 1588. En 1649 se fusionó con la Cofradía de las Ánimas Benditas del Purgatorio, radicada en la misma parroquia de San Gil, aprobando en consecuencia unos nuevos Estatutos el 24 de abril del citado año. Las siguientes Ordenanzas fueron sancionadas por el Real y Supremo Consejo de Castilla el 27 de junio de 1787. Desde 1880, posee panteón propio en el cementerio de San Fernando.

Afortunadamente, sigue manteniendo la celebración de su procesión anual de impedidos por las calles de la feligresía, en la que participan corporativamente las restantes Hermandades de la parroquia.

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La Capilla Sacramental de esta parroquia, erigida en tiempos del Obispo D. Remondo, se situó originariamente bajo la torre, en el lado de la Epístola de la amplia nave que sirve de transepto, hallándose cubierta por una bóveda octogonal sobre trompas y cerrada por una reja fechada en 1623. En los sucesos de 1936, se consumieron los lienzos que representaban escenas eucarísticas y una alegoría de la Concepción, así como su retablo decimonónico presidido por una Inmaculada que se atribuía a Duque Cornejo. Hoy se encuentra establecida en ella la Hermandad de gloria de Nuestra Señora del Carmen.

Desde 1951, el Sagrario está ubicado en la Capilla frontera, en la nave del Evangelio, que en otro tiempo fue sede de la popular Hermandad de la Esperanza Macarena. Es un espacio barroco, cubierto por una bóveda ovoidal sobre pechinas, con adornos de yesería. El retablo del testero es obra moderna, como también la Inmaculada que preside la hornacina central.

Conserva una espléndida Sala Capitular en la parroquia. En su tesoro destacan dos copones, uno rococó del año 1756, y otro neoclásico fechado en 1800, amén de otras interesantes piezas bordadas.

EVANGELIO DE LA VIDA (I)


El pasado viernes se celebró en la Capilla Sacramental de la parroquia Santa María Magdalena, el acto de adoración al Augusto Sacramento del Altar como ya anunció la Hermandad en los diversos medios de comunicación locales y a través de este blog.

Destacar la nutrida participación de hermanos de la corporación, fieles y miembros de otras hermandades y asociaciones parroquial que con su asistencia dieron muestras de su "SI ROTUNDO A LA DEFENSA DE LA VIDA".

Durante la hora de este acto se pudo reflexionar y meditar sobre el preciado don de la vida sobre textos de la Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II. Esta hora de adoración al Santísimo finalizó con el rezo de la Oración por la Vida que hizo Su Santidad Juan Pablo II con motivo de su Encíclica.

Es deseo de la hermandad, para aquellas personas que no pudieron asistir el pasado viernes, insertar en este espacio y durante los próximos días los textos que se utilizaron para meditar, como ya se ha dicho antes, sobre el preciado don de la vida.


VALOR INCOMPARABLE DE LA PERSONA HUMANA.

De la Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II.

El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana. Un proceso que, inesperada e inmerecidamente, es iluminado por la promesa y renovado por el don de la vida divina, que alcanzará su plena realización en la eternidad (cf. 1 Jn 3, 1-2). Al mismo tiempo, esta llamada sobrenatural subraya precisamente el carácter relativo de la vida terrena del hombre y de la mujer. En verdad, esa no es realidad « última », sino « penúltima »; es realidad sagrada, que se nos confía para que la custodiemos con sentido de responsabilidad y la llevemos a perfección en el amor y en el don de nosotros mismos a Dios y a los hermanos.

La Iglesia sabe que este Evangelio de la vida, recibido de su Señor, tiene un eco profundo y persuasivo en el corazón de cada persona, creyente e incluso no creyente, porque, superando infinitamente sus expectativas, se ajusta a ella de modo sorprendente. Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política.

Los creyentes en Cristo deben, de modo particular, defender y promover este derecho, conscientes de la maravillosa verdad recordada por el Concilio Vaticano II: « El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre ». En efecto, en este acontecimiento salvífico se revela a la humanidad no sólo el amor infinito de Dios que « tanto amó al mundo que dio a su Hijo único » (Jn 3, 16), sino también el valor incomparable de cada persona humana.

La Iglesia, escrutando asiduamente el misterio de la Redención, descubre con renovado asombro este valor y se siente llamada a anunciar a los hombres de todos los tiempos este « evangelio », fuente de esperanza inquebrantable y de verdadera alegría para cada época de la historia. El Evangelio del amor de Dios al hombre, el Evangelio de la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida son un único e indivisible Evangelio.

Por ello el hombre, el hombre viviente, constituye el camino primero y fundamental de la Iglesia.


sábado, 23 de octubre de 2010

REGLAS HERMANDAD SACRAMENTAL (X)


CAPITULO VI: DE LAS ELECCIONES

REGLA LXII

Las elecciones se celebrarán cada cuatro años en el Cabildo Ordinario de la Hermandad. Tendrán lugar en un periodo comprendido entre el Triduo de Animas y la festividad de la Inmaculada Concepción. Cada cuatro años, tiempo de mandato de cada Junta de Gobierno, se convocarán elecciones para proveer en su totalidad los miembros de la misma. Este Cabildo se regirá en todo por lo dispuesto para el mismo en esta Regla indicada, y tendrá carácter abierto, siendo la duración de las votaciones la que la Junta de Gobierno estime en cada ocasión más oportuna. No pudiéndose incluir cualquier otro punto en el orden del día que no sea el específico de las elecciones.

El procedimiento de la votación consistirá en la elección del candidato o candidatos a Hermano Mayor, por parte de los presentes. El electo de la misma tendrá la responsabilidad de reunir a los hermanos que conformarán su Junta de Gobierno durante los próximos cuatro años, entre los hermanos presentados como candidatos a la Mesa de Oficiales.

El quórum mínimo de votaciones será el cinco por ciento del total de hermanos. Igualmente, éstos deberán ser citados para este acto, al menos, con quince días de antelación.

REGLA LXIII

Las elecciones deberán ser convocadas con cuarenta días de antelación en Cabildo de Junta de Gobierno.

Una semana después deberá ser expuesto el censo durante siete días, que tras ser revisado y hechas las correcciones oportunas, será remitido a la Vicaria General para su aprobación definitiva.

Aquellos hermanos o hermanas que deseen presentarse como candidatos, así lo habrán de comunicar mediante escrito dirigido al secretario. El mismo deberá estar en poder de éste quince días antes de la celebración del Cabildo General.

No podrá ser miembro de la Junta de Gobierno quien ejerce cargo de dirección en partido político o de autoridad ejecutiva nacional, autonómica provincial o municipal en el terreno político.

REGLA LXIV

Podrán ser electores todos aquellos hermanos mayores de edad, con la premisa de que deben poseer una antigüedad de un año dentro de la Hermandad como mínimo. A su vez, serán elegibles también los que reúnan las anteriores condiciones y cumplan los requisitos exigidos en cada momento por la Autoridad Eclesiástica.

Para acceder al cargo de Hermano Mayor, aparte de las condiciones anteriores, llevará, al menos, cinco años de antigüedad en la Hermandad.

Por último todo hermano podrá ser elegido para un mismo cargo por un segundo mandato.

Serán requisitos necesarios para acceder a los cargos de la Junta de Gobierno:

*Distinguirse por su vida cristiana personal, familiar y social, así como su vocación apostólica.

*Residir en un lugar desde el que le sea posible cumplir con la misión de su cargo.

*Presentar con su candidatura, si es de estado casado, la partida de matrimonio canónico, así como una declaración jurada de encontrarse en situación familiar regular.

*Seguir los programas de formación cristiana organizados por el Consejo de Hermandades y Cofradías correspondiente.

*No podrá ser miembro de la Junta de Gobierno de esta Hermandad quien ejerza cargo de dirección en partido político, o de autoridad ejecutiva nacional, autonómica, provincial o municipal en el terreno político.

REGLA LXV

En ningún caso los miembros de la Junta de Gobierno que se presenten a la reelección podrán presidir el Cabildo en que se efectúen las elecciones, debiendo hacerlo el que corresponda por su orden jerárquico de entre los de la Junta saliente que se hallen en las circunstancias citadas. Estos lo harán siempre bajo las órdenes del Director Espiritual o persona en la que delegue la Autoridad Eclesiástica.

Esta presidencia nombrará de entre los asistentes a cualquier hermano o hermana que se encuentre implicado en lo anteriormente ordenado, para que actúen como escrutadores en el acto de la votación.

REGLA LXVI

La votación será personal y secreta y se efectuará mediante candidatura, la cual no es susceptible de variación por parte de los electores.

Caso de que en las papeletas de votación existan enmiendas o tachaduras, serán declaradas nulas en su totalidad.

Efectuado el recuento por los escrutadores y la presidencia, el Secretario levantará acta, firmando los escrutadores y el Presidente, recibiendo el visto bueno del delegad eclesiástico. Posteriormente se enviará certificación de este acto a la autoridad Eclesiástica, dentro del plazo señalado en las Normas Diocesanas.

REGLA LXVII

La toma de posesión de la Junta de Gobierno elegida se efectuará cuando quede confirmada su elección por la Autoridad Eclesiástica, dentro del plazo señalado en las normas diocesanas. Mientras tanto, la saliente continuará en sus funciones. Una vez notificada ésta, el Hermano Mayor de la última convocará a Cabildo de Oficiales Extraordinario, donde él mismo y el Director Espiritual darán su posesión al nuevo Hermano Mayor. Le entregará la memoria económica de su mandato, las cuentas del último ejercicio y el inventario de bienes.

EVANGELIO DOMINGO 24 DE OCTUBRE. DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO


Evangelio según San Lucas 18,9-14.
Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: "Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.

Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'.

En cambio el publicano manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".

sábado, 16 de octubre de 2010

EVANGELIO DOMINGO 17 DE OCTUBRE. DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO



Evangelio según San Lucas 18,1-8.

Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:


"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'.


Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".

Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto.

Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?


Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".

sábado, 9 de octubre de 2010

CARTA DEL ARZOBISPO DE SEVILLA CON MOTIVO DE LA CELEBRACION EN SEVILLA DE UN CONGRESO SOBRE EL ABORTO.



"UN SÍ ROTUNDO A LA VIDA" (07-10-10)

Queridos hermanos y hermanas:

En las últimas semanas no pocos cristianos de la Archidiócesis me habéis manifestado vuestra preocupación por la celebración en Sevilla de un congreso de ámbito mundial sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas. Tendrá lugar entre los días 21 y 23 de octubre y, según parece, será financiado por instituciones públicas de la capital y la región. Algunos me habéis pedido que haga cuanto esté a mi alcance por impedirlo. Como podéis imaginar, no tengo en mis manos la posibilidad evitar su celebración, pero si tengo el deber de iluminar la conciencia de nuestros fieles sobre este acontecimiento que, a mi juicio, no va a ser un hito glorioso en la historia de nuestra ciudad.

El pasado 4 de julio entró en vigor en España la llamada Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, que en realidad no es otra cosa que una liberalización total del aborto, considerado como un derecho de la mujer, mientras se conculcan los más elementales derechos del hijo que lleva en sus entrañas. Su carácter legal no le confiere el marchamo de moralidad, pues no todo lo que es legal es moral. El aborto es siempre una inmoralidad, un mal objetivo; no es progreso sino regresión. En realidad es un “crimen abominable”, como lo calificó el Concilio Vaticano II (GS 51), por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano a petición de sus progenitores, con el concurso de los médicos, los primeros, junto con los padres, que deberían tutelar esa vida naciente.

¿Y qué podemos hacer los cristianos ante el drama del aborto y ante la segura celebración del citado congreso? Una primera posibilidad es que nos sensibilicemos ante este tema auténticamente mayor, y que tratemos de sensibilizar a nuestros conciudadanos, muchos de los cuales aceptan casi sin pestañear la realidad del aborto en nombre del progreso y de la libertad de la mujer. La aceptación social del aborto es una realidad fatal, como reconociera el filósofo Julián Marías hace unos años, calificándola como uno de los acontecimientos más graves que han acaecido en el siglo XX. Algo parecido afirmó poco antes de su muerte el gran escritor Miguel Delibes.

En este sentido os invito a todos a difundir en vuestros ambientes, en vuestros hogares, en vuestros lugares de trabajo y en cualquier oportunidad, también en la catequesis y en la formación religiosa escolar, el Evangelio de la Vida, es decir, el valor sagrado de toda vida humana desde la fecundación hasta su ocaso natural, de modo que paulatinamente vayamos sustituyendo la mentalidad abortista y la “cultura de la muerte” por una cultura que acoja y promueva la vida.

En diciembre de 2007, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución por la que se invitaba a los Estados miembros a instituir una moratoria en la aplicación de la pena de muerte. Dios quiera que llegue también el día en que el aborto sea suprimido de nuestras leyes y todos reconozcamos con vergüenza el inmenso y trágico error cometido en los siglos XX y XXI por la humanidad.

¿Qué más podemos hacer? Una forma sencilla de implicarnos en la defensa de la vida humana es rezar. La oración privada y pública es el alma de toda pastoral. También lo es de la defensa de la vida, don de Dios, del que nadie arbitrariamente puede disponer. Así lo reconocía el Papa Juan Pablo II en 1995 en la encíclica Evangelium vitae al decirnos que "es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero. Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida". Por ello, sugiero a los sacerdotes que en los días de la celebración del congreso tengan en cuenta esta intención en las preces de los fieles de la Santa Misa y en el rezo del Rosario en las parroquias, y que incluso programen algún acto especial de oración ante el Santísimo por esta causa. Lo pido también a las contemplativas, a las Hermandades en sus cultos y a los grupos y movimientos apostólicos. En todos los casos se puede concluir la oración con la bellísima plegaria a la Santísima Virgen que escribiera el Papa Juan Pablo II como colofón de la citada encíclica.

Termino mi carta semanal manifestando mi respaldo y aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas. Pocas formas de acción social y de apostolado son hoy tan hermosas y urgentes como ésta. Dios quiera que seamos muchos, también las instancias públicas, los que les secundemos y ayudemos.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

EVANGELIO DOMINGO 10 DE OCTUBRE. DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO


Evangelio según San Lucas 17,11-19.

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea.

Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia
y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!".

Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta
y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.

Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?".
Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".

sábado, 2 de octubre de 2010

7 DE OCTUBRE. FESTIVIDAD DE NTRA. SRA. DEL ROSARIO



La fiesta del Rosario

Convencido san Pío V de que la victoria de Lepanto se debía a la protección de la Virgen María, para agradecer tan gran beneficio y perpetuar su recuerdo, estableció que todos los años, el domingo primero de octubre, aniversario de aquella gloriosa jornada, se celebrase la fiesta de la Virgen de las Victorias. Algunos años después, esta festividad fue consagrada por el Papa Gregorio XIII a Nuestra Señora del Rosario. Inicialmente sólo podía celebrarse en las iglesias de los frailes predicadores en las que estuviera establecida la cofradía con altar propio. Más tarde, el año 1716, después de las victorias cristianas sobre el poder musulmán cerca de Tameswar el 5 de agosto, y cerca de la isla de Corfú, el 22 del mismo mes, atribuidas a la protección de María por el rezo del rosario, el Papa Clemente XI hizo extensiva la solemnidad del Santísimo Rosario a la Iglesia universal.





EVANGELIO DOMINGO 3 DE OCTUBRE. DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO



Evangelio según San Lucas 17,5-10.

Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería.

Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?

¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?

Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".