sábado, 28 de enero de 2012

EVANGELIO DOMINGO 29 DE ENERO. IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO



Día litúrgico: Domingo IV (B) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 1,21-28): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Comentario: Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)

«¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!»

Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: «Cállate y sal de él» (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado.

Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que «se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).

Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales.

La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que no nos gastamos decididamente en la opción por el Evangelio, sino que queremos contemporizar, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.

El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro» (Mt 6,24), dice Jesucristo. Refugiémonos en el árbol santo de la Cruz y que su sombra se proyecte sobre nuestra vida, y dejemos que sea Él quien nos conforte, nos haga entender el porqué de nuestra existencia y nos conceda una vida digna de Hijos de Dios.


domingo, 15 de enero de 2012

EXPOSICION DE BORDADOS



El Taller de bordados de la Hermandad del Gran Poder ha organizado una exposición de todos sus trabajos realizados desde su creación.

Esta exposición tendrá lugar desde el próximo lunes día 16 de enero hasta el domingo 22 en la instalaciones del Ave María.

Entre una de las obras expuestas se encontrará nuestro Estandarte corporativo, que como todos sabemos fue una de las primeras obras que este mencionado taller realizó.

Esta es una ocasión para conocer de cerca nuestra insignia representativa, así como toda la labor artística que lleva realizada hasta ahora el taller de bordados de la Hdad. de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder.

sábado, 14 de enero de 2012

EVANGELIO DOMINGO 15 DE ENERO. II DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)


Texto del Evangelio (Jn 1,35-42): En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”.

Comentario: Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)

«Rabbí, “Maestro”, ¿dónde vives?»

Hoy vemos a Jesús que venía por la ribera del Jordán: ¡es Cristo que pasa! Debían ser las cuatro de la tarde cuando, viendo que dos chicos le seguían, se ha girado para preguntarles: «Qué buscáis?» (Jn 1,38). Y ellos, sorprendidos por la pregunta, han respondido: «‘Rabbí, que quiere decir “Maestro”, ¿dónde vives?». ‘Venid y lo veréis’» (Jn 1,39).

También yo sigo a Jesús, pero... ¿qué quiero?, ¿qué busco? Es Él quien me lo pregunta: «De verdad, ¿qué quieres?». ¡Oh!, si fuera suficientemente audaz para decirle: «Te busco a ti, Jesús», seguro que le habría encontrado, «porque todo el que busca encuentra» (Mt 7,8). Pero soy demasiado cobarde y le respondo con palabras que no me comprometen demasiado: «¿Dónde vives?». Jesús no se conforma con mi respuesta, sabe demasiado bien que no es un montón de palabras lo que necesito, sino un amigo, el Amigo: Él. Por esto me dice: «Ven y lo verás», «venid y lo veréis».

Juan y Andrés, los dos mozos pescadores, fueron con Él, «vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39). Entusiasmado por el encuentro, Juan podrá escribir: «La gracia y la verdad se han hecho realidad por Jesucristo» (Jn 1,17b). ¿Y Andrés? Correrá a buscar a su hermano para hacerle saber: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). «Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir “Piedra”» (Jn 1,42).

¡Piedra!, ¿Simón, una piedra? Ninguno de ellos está preparado para comprender estas palabras. No saben que Jesús ha venido a levantar su Iglesia con piedras vivas. Él tiene ya escogidos los dos primeros sillares, Juan y Andrés, y ha dispuesto que Simón sea la roca en la que se apoye todo el edificio.

Y, antes de subir al Padre, nos dará respuesta a la pregunta: «Rabbí, ¿dónde vives?». Bendiciendo a su Iglesia dirá: «Yo estaré con vosotros cada día hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).


sábado, 7 de enero de 2012

EVANGELIO DOMINGO 8 DE ENERO. EL BAUTISMO DEL SEÑOR




Texto del Evangelio (Mc 1,7-11): En aquel tiempo, predicaba Juan diciendo: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo». Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a Él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

Comentario: Rev. D. Josep VALL i Mundó (Barcelona, España)

«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco»

Hoy, la Iglesia celebra el Bautismo del Señor. Aquel día, todas las aguas del mundo fueron purificadas y recibieron la fuerza para significar la limpieza de pecado. Aunque el Bautismo que administraba Juan tenía sólo un significado de conversión y de reconocimiento de nuestra pecabilidad, Jesús quiso pasar por ahí por solidaridad con todos los hombres, como Vanguardista de una renovada Humanidad. Él, «que no conoció pecado, [Dios] le hizo pecado por nosotros, para que nos hiciéramos justicia de Dios en Él» (2Cor 5,21). Jesús instituirá el nuevo Bautismo que nos hará hijos de Dios en Él y nos reconciliará con el Padre: será el Cordero de Dios que quitará el pecado del mundo.

«También hoy —escribe san Gregorio Nacianceno— Cristo es iluminado; dejemos que esta luz divina nos penetre. Cristo es bautizado, bajemos con Él al agua, para subir después con Él». Aquel día, en el Jordán se vio descender el Espíritu Santo sobre el Señor y se oyó la voz del Padre: «Eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Mc 1,11). Juan Pablo II comenta que «al salir de las aguas de la fuente sagrada, cada cristiano vuelve a escuchar la voz que un día fue oída cerca del río Jordán: ‘Tú eres mi Hijo...’; y entiende que ha sido asociado al Hijo predilecto, llegando a ser hijo adoptivo».

San Cirilo de Jerusalén nos hace reflexionar sobre este hecho sobrenatural, diciéndonos: «Si tú tienes una piedad sincera, sobre ti descenderá también el Espíritu Santo y oirás la voz del Padre que viene de lo alto: ‘Éste no era mi hijo, pero ahora, después del Bautismo, ha sido hecho hijo mío’». A partir de este momento todos estamos invitados a seguir el mismo Camino de Cristo, a conocer su Verdad y a vivir su misma Vida. Somos elegidos, consagrados y enviados para colaborar en la misión apostólica. Somos también hijos amados y predilectos, y el Padre se complacerá en cada uno de nosotros.

jueves, 5 de enero de 2012

SUSPENDIDA LA OBRA DE TEATRO "LA CENA DE LOS IDIOTAS"




LA OBRA DE TEATRO QUE ESTABA PROGRAMADA PARA EL PROXIMO VIERNES 13 DE ENERO; "LA CENA DE LOS IDIOTAS", HA TENIDO QUE SER SUSPENDIDA POR MOTIVOS AJENOS A NUESTRA HERMANDAD. CONCRETAMENTE ES DEBIDO A QUE UNO DE LOS PROTAGONISTAS DE LA OBRA A TENIDO QUE SER INGRESADO AL ENCONTRARSE EN UN ESTADO CRITICO DE SALUD. SU SITUACION EN ESTOS MOMENTOS ES ESTABLE DENTRO DE LA GRAVEDAD QUE PRESENTA. ANTE TAL SITUACION Y LA PREMUTA DE TIEMPO PARA PODER SUSTITUIRLE EN EL REPARTO LA HERMANDAD HA DECIDIDO SUSPENDER LA REPRESENTACION.

PUESTOS EN CONTACTO CON LA DELEGACIÓN DE CULTURA DE NUESTRO AYUNTAMIENTO SE LE HA COMUNICADO ESTA SITUACIÓN. LA DEVOLUCIÓN DEL IMPORTE DE LAS ENTRADAS VENDIDAS SE PODRÁ REALIZAR EN NUESTRA CASA DE HERMANDAD, CALLE CALDERÓN DE LA BARCA, 10, DE LUNES A VIERNES EN HORARIO DE 19,30 A 21 HORAS.

UNA VEZ SE RESTABLEZCA LA NORMALIDAD DENTRO DE ESTA SITUACIÓN CRITICA, LA HERMANDAD INICIARA DE NUEVO LAS GESTIONES PARA PODER REPETIR LA MENCIONADA OBRA.

EN ESTOS MOMENTOS ES PRIMORDIAL PARA TODOS LA PRONTA RECUPERACIÓN DE ESTA PERSONA.

LA HERMANDAD QUIERE PEDIR DISCULPAS POR LOS CONTRATIEMPOS QUE HAYA PODIDO OCASIONAR A CUANTAS PERSONAS YA SE HABÍAN HECHO CON UNA LOCALIDAD.



martes, 3 de enero de 2012

CARTA DE NUESTRO SR. ARZOBISPO ANTE EL COMIENZO DE UN NUEVO AÑO





"MANIFESTAR A QUIEN SE NOS HA MANIFESTADO" (01-01-12)


Queridos hermanos y hermanas:

Feliz año nuevo para todos los cristianos de Sevilla y para todos los sevillanos. En este primer día del año celebramos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Iniciamos, pues el nuevo año de la mejor forma posible, de la mano de Virgen. La liturgia renovada después del Concilio Vaticano II ha colocado esta solemnidad, que sustituye a la antigua fiesta de la Circuncisión del Señor, en el corazón de la Navidad, reconociendo así el papel insustituible de María en el misterio que en estos días celebramos. A ella, que hace posible la encarnación y el nacimiento del Señor, le pido para todos vosotros que el año 2012 sea verdaderamente un año de gracia, de verdadera renovación de nuestra vida cristiana y de nuestro compromiso apostólico. Con palabras de la primera lectura de la Eucaristía de esta solemnidad os deseo a todos que en el nuevo año que el Señor nos concede, "el Señor os bendiga y os proteja, ilumine su rostro sobre vosotros y os conceda su favor; [que] el Señor se fije en vosotros y os conceda la paz" (Núm 6,24-26).

El próximo viernes, 6 de enero, celebraremos la solemnidad de la Epifanía del Señor. Todos recordamos con nostalgia las noches de Reyes de nuestra infancia, la tensa expectación de los regalos por sencillos que estos fueran. Aun hoy, lejos ya de la ingenuidad infantil, seguimos disfrutando con la ilusión de los niños y el colorido de las cabalgatas. Los regalos que hacemos o nos hacen en Navidad y Reyes enlazan perfectamente con el significado de estos días, porque son un signo, pálido e imperfecto, del gran don que Dios nos hace con el nacimiento de su Hijo. Los regalos nos recuerdan este don, por el que tenemos que ser agradecidos, entregando generosamente nuestras vidas al servicio del Señor y de nuestros hermanos, imitando al Señor, que se nos da, que se hace don y gracia para todos.

Epifanía significa manifestación de Dios. En la Historia de la Salvación, Dios se ha ido manifestando poco a poco. Al principio, a través de la creación, de la nube que guía al pueblo judío en su peregrinación por el desierto, del maná, las tablas de la ley, el arca de la alianza y el templo, lugar de encuentro de Israel con Dios. Después, Dios se revela por medio de los profetas. Con el nacimiento de Jesús, comienza la etapa definitiva de la manifestación plena de Dios a la humanidad. Desde entonces nos habla, se nos hace cercano y accesible no a través de intermediarios, sino por medio de su Hijo, que se hace uno de nosotros.

En su nacimiento histórico hace 2000 años, Jesús se manifestó primero al pueblo de Israel representado por José, María y los pastores. Pero el Señor vino para toda la humanidad, representada por los Magos. Estos personajes misteriosos, originarios de culturas distintas de la de Israel, simbolizan la voluntad salvífica universal de Dios en la encarnación y el nacimiento de su Hijo. Por ello, la Epifanía, manifestación de Dios a los pueblos gentiles, es nuestra fiesta. En las personas de los Reyes Magos está prefigurada la humanidad entera. El misterio revelado en primer término a los más íntimos y cercanos, se abre también a nosotros y a todos los hombres. Que en estos días, al mismo tiempo que contemplamos el misterio del Dios hecho niño, le agradezcamos con emoción el don de la fe que recibimos el día de nuestro bautismo, la auténtica y verdadera manifestación de Dios en nuestras vidas.

La Epifanía es la fiesta de la universalidad de la salvación que Jesucristo ofrece a todos los hombres y mujeres de todas las épocas y lugares. Nadie está excluido del plan salvador de Dios, sea alto o bajo, joven o anciano, rico o pobre, sabio o iletrado. Por ello, la Epifanía exige de nosotros colaborar con el plan de Dios, hacer que Dios sea conocido, reconocido, adorado y glorificado por todos los hombres. La Epifanía, junto con Pentecostés, es la gran fiesta de la misión universal de la Iglesia, una fiesta de una intensa tonalidad apostólica y misionera.

En esta fiesta celebramos las Jornadas del Catequista nativo y del Instituto Español de Misiones Extranjeras. En ellas recordamos con afecto y encomendamos en nuestra oración a los catequistas laicos que colaboran con los misioneros en la evangelización. Recordamos también a los sacerdotes diocesanos españoles que, habiéndolo dejado todo, anuncian el Reino de Jesús en la vanguardia misionera. La mejor manera de agradecer a Dios su manifestación en Jesucristo y el regalo de la fe es renovar nuestro compromiso misionero, de modo que la manifestación que comenzó con la adoración de los Magos, siga extendiéndose al mundo entero con nuestra colaboración, con nuestra palabra y con nuestro testimonio, compartiendo con nuestros hermanos nuestro mejor tesoro, Jesucristo.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz año nuevo, feliz día de Reyes.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla


LAS HERMANDADES Y LA FAMILIA


Decía hace unos días nuestro Obispo Auxiliar, en el encuentro del Consejo Local de Hermandades de la Archidiócesis, que las Hermandades y Cofradías “ deben mantener la libertad y la identidad ante todo intento de manipulación de la piedad popular”, al tiempo que “alentaba a practicar una sana separación de las instituciones políticas”.

Y no es vana la advertencia o, quizás, el recordatorio, pues todos recordamos los intentos de presentar nuestra Semana Santa como “Fiestas Primaverales”, omitiendo cualquier referencia el hecho religioso. Así también, hemos vivido los intentos de presentar la piedad popular bajo el prisma de una cultura popular, sin ninguna vinculación con las raíces cristianas en las que se apoya. Por tanto, sólo cabe aceptar esta recomendación como aliento para mantener nuestra Fe y nuestras Tradiciones.

Otro aspecto de su alocución podría no estar tan claro. Nos referimos a la “sana separación de las instituciones políticas”, pues si, de un lado es bien cierto que las Hermandades, como tales, no deben intervenir ni mezclarse con la política (como, en reiteradas ocasiones, hemos dejado constancia en algunos de los trabajos de este Foro), los miembros de las Hermandades, a título personal y en su calidad de cristianos comprometidos, sí tienen el deber de intervenir en la política. Y a ese aspecto nos referimos al indicar que “podría no estar tan claro”. Nuestra Sociedad, cada vez más compleja, en los momentos actuales y al igual que la mayoría de las Instituciones, está ampliamente politizada, y, obviamente, las decisiones políticas van conformando, unas veces para bien y otras para mal, la Sociedad en la que vivimos y nos movemos. Y, entendemos, que una de las causas que más han influido en la actual situación es la Educación, de cuya situación se habla, se discute y se debate en numerosos Foros de Opinión, sin que se ponga remedio. Posiblemente, además de los perniciosos efectos de la LOGSE, el origen de la actual situación radicó en aquella decisión, aparentemente inane, de imponer el tuteo a todos los niveles, con la fútil excusa de que esa práctica generaría confianza.

Fueron muchas las voces que se levantaron advirtiendo que esa práctica no llevaría más que a una falta de respeto, en primer lugar, a las personas y, por ende, a las cosas, en general. Y así, hemos llegado a la ausencia de respeto a padres, profesores, personas mayores, autoridades… Y esto, unido a la auténtica desautorización de padres y profesores para imponer disciplina, dentro de los límites que aconseja una correcta formación y educación, han hecho realidad una Sociedad amargada y una juventud que, a fuerza de recordarle sus derechos (algunos de ellos, totalmente absurdos) sin apuntar ni tan siquiera que, a cada derecho le corresponde un deber u obligación, no acepta directrices, ni estímulos, ni orientaciones, ni consejos.

La Escuela, que siempre ha sido un firme bastión, junto con la Familia, para la formación integral de todas las personas, se ha rendido a las decisiones políticas, por motivos, sicarios, por motivos económicos o por el estricto cumplimiento de la Ley. Esta situación unida al desconocimiento de la Historia, de la Filosofía, de las Humanidades en general, nos ha conducido a la situación que padecemos.

Pero nos quedaba la Familia. Y a ella se han dirigido los últimos ataques con decisiones políticas que, no sólo han minado la estabilidad familiar, sino que, prácticamente, están causando verdaderos destrozos en su genuina y natural composición. Si a esto le unimos el anterior comentario sobre la falta de respeto, nos encontramos con un cuadro que, verdaderamente, causa pavor. Y, paradójicamente, nos preguntamos, ¿cómo es posible, que en una Sociedad que se declara católica en un 80%, hayamos, en unos casos, consentido, y en otras, apoyado con nuestros votos en los estamentos correspondientes, estas decisiones? ¿Cuántos “cristianos comprometidos” pertenecientes a Hermandades de uno u otro tipo han sido actores necesarios para llevar a cabo estas actuaciones? ¿Es que no han sido capaces de pensar por sí mismos sobre las consecuencias de esas decisiones? ¿Cuántos padres penan hoy vejaciones, malos tratos y una cuasi esclavitud de sus propios hijos? ¿Es labor de las Hermandades y, por ende, de sus miembros, trabajar de manera positiva en la recuperación de los perdidos valores familiares y cuya tradición se remonta a épocas muy, muy remotas? ¿Cuántos jóvenes, y no tan jóvenes, pues la LOGSE va a cumplir 40 años, en la situación de paro y ruina que padecemos han vuelto sus ojos a la Familia, a la que no ha mucho, tal vez, han despreciado, y han sido acogidos, salvándose del hambre física?

Son preguntas qué deberíamos hacernos. Y meditar nuestra postura sobre ellas.

Por tanto, sin menoscabo de que nuestras Hermandades se sigan ocupando de los menesteres y labores tradicionales (en todas existen miembros de Juntas de Gobierno más que suficiente para ello) deben, dadas las circunstancias, seguir participando activamente en la resolución o ayuda de las graves necesidades derivadas de la situación del paro. Pero también deben insistir en la necesidad de una auténtica Formación, comenzando con la piedra angular que debe volver a ser la Familia. Y esa labor, ni puede ni debe ser, exclusivamente, de las Hermandades, como conjunto social (aunque sí de una eficaz orientación, ánimo y estímulo), sino de todos y cada uno de sus miembros, pues todos y cada uno pertenecen y forman una familia.

Todos, a título personal y como miembros de una Sociedad mayoritariamente cristiana, no podemos dejar perder la semilla que S.S. Benedicto XVI plantó en la JMJ de Madrid, so pena de que, pasado el ardor juvenil que impregnó aquellas jornadas, se haya olvidado.

En la Exhortación apostólica Familiaris consortio dice S.S.: “La función social de las familias está llamada a manifestarse también en la forma de intervención política; es decir, las familias deben ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado no sólo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y los deberes de la familia. En este sentido, deben crecer en la conciencia de ser protagonistas de la llamada política familiar, y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad; de otro modo, las familias serán las primeras víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia. Ciertamente, la familia y la sociedad tienen una función complementaria en la defensa y promoción del bien de todos los hombres y de cada hombre. Pero la sociedad, y más específicamente el Estado, deben reconocer que la familia es una y por tanto, en sus relaciones con la familia, están gravemente obligados a atenerse al principio de subsidiariedad. En virtud de este principio, el Estado no puede ni debe substraer a las familias aquellas funciones que pueden igualmente realizar bien, por sí solas o asociadas libremente, sino favorecer positivamente y estimular lo más posible la iniciativa. Las autoridades públicas, convencidas de que el bien de la familia constituye un valor indispensable e irrenunciable de la comunidad civil, deben hacer cuanto puedan para asegurar a las familias todas aquellas ayudas económicas, sociales, educativas, políticas, culturales que necesitan para afrontar sus responsabilidades.”

Por tanto, en cuanto que las Hermandades son asociaciones públicas de fieles, parece razonable pensar que, de acuerdo con la Exhortación de Benedicto XVI, tienen la obligación y el deber de fomentar la familia cristiana a fin de, entre otros aspectos, recuperar tantos valores éticos y morales que, a lo largo de estos últimos años, se han ido perdiendo. Pero no sólo recordando a sus miembros esa labor, necesaria y urgente, sino también en la vertiente de su participación activa en la política, proponiendo las medidas necesarias, y apoyando con sus votos y su participación las medidas positivas, y rechazando con esos votos las medidas que intente el ya casi consolidado camino de la destrucción de la familia. Tras la deriva ética y moral, especialmente en los últimos años, se hace urgente un rearme de la Familia para, no sólo poder cumplir la función social que le corresponde, sino su cohesión, con lo que se plantea una verdadera lucha, ya que, como es bien evidente, las charlas en el seno de las familias han sido sustituidas por la “contemplación” de la televisión y quizás también muy especialmente, en la denominada “tele basura”, que difunden mensajes que atacan frontalmente a los valores a los que nos estamos refiriendo. Son usos y ya, costumbres, a cambiar con decisión y firmeza, pero con conocimiento didáctico. Hemos de recuperar el verdadero amor en la Familia, lo que propiciará que, a través de la permeabilidad con la que ha llegado la falta de respeto en la familia a la Sociedad, lo haga a la inversa para llevar respeto, amor y sosiego. No será posible esta regeneración si pretendemos actuar de manera impulsiva y/o acelerada. Tiempo requieren las cosas bien hechas y, como rezaba el azulejo que se encontraba sobre el acceso al Aula Magna del antiguo Instituto de San Isidoro: Gutta cavat lápidem.

Pues eso, pogámonos a trabajar.

Foro de opinión Cardenal Niño de Guevara

TEMA DE REFLEXION PARA EL MES DE ENERO



La Penitencia (I).- Necesidad

“Puesto que la vida nueva de la gracia recibida en el Bautismo, no suprimió la debilidad de la naturaleza humana ni la inclinación al pecado (esto es, la concupiscencia), Cristo instituyó este sacramento (la Penitencia) para la conversión de los bautizados que se han alejado de Él por el pecado” (Compendio del Catecismo, n. 297).

La posibilidad de pecar, de abandonar el proceso de conversión en “hijo de Dios en Cristo”, de actuar contra la Fe, Esperanza y la Caridad, está siempre presente en la vida del cristiano y le acompañará hasta el fin de su estancia en la tierra. La vida humana es tiempo de libertad y de búsqueda amorosa de la unión con Dios, en libertad de espíritu.

La "iniciación cristiana" que ha comenzado a germinar en el hombre al recibir los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, puede interrumpir su crecimiento si el hombre cede ante la tentación y comete el pecado.

El Sacramento de la Penitencia confiere una gracia particular de purificación y de arrepentimiento. Cristo lo instituyó "para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación" (Catecismo, n. 1446).
Una vez cometido el pecado, el hombre puede caer en la tentación de separarse de Dios, de aislarse en sí mismo, por miedo y falso temor a Dios, pensando que Dios no lo va a perdonar nunca.
El hombre debe convencerse de que Dios siempre espera que el pecador “se arrepienta y viva”. Dios jamás abandona al hombre, por muy radical que la separación llegue a ser por parte del hombre, y quiere que el hombre se convenza de que todo pecado puede ser perdonado.

Es verdad que el hombre siempre puede rechazar a Dios. No puede impedir, sin embargo, que Dios le busque, que Dios le salga al paso. El hombre puede olvidarse de Dios, pero Dios no se olvida nunca del hombre.

En el sacramento de la Penitencia, que también se llama de la Reconciliación, del Perdón, de la Confesión y de la Conversión, Dios sale al paso del hombre para perdonar sus pecados y devolverle la confianza en Dios Padre, Creador; en Dios Hijo, Redentor; en Dios Espíritu Santo, Santificador.

¿Se perdonan todos los pecados, también los más graves y abominables que el hombre pueda cometer?

Así lo ha señalado Jesucristo, quien al instituir este Sacramento no estableció ningún límite a la acción que encomendaba a los Apóstoles:
“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20, 22-23).

Las palabras del Señor a propósito de los pecados contra el Espíritu Santo, parecen indicar lo contrario: “Todo pecado y toda blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro” (Mt 12, 31).
¿Quedan de verdad “retenidos” estos pecados?

Estas palabras no reducen el alcance de la Redención que Cristo nos ganó. Significan, por tanto, que quien rechace el arrepentimiento, la invitación de Cristo a la penitencia, no recibe el perdón. La obstinación en el pecado, en no arrepentirse, en no pedir perdón, es el verdadero pecado contra el Espíritu Santo. Dios, que ha creado al hombre libre, concede el perdón de sus pecados a quien, arrepentido, le pide ser perdonado. El pecado contra el Espíritu Santo es precisamente el de no pedir perdón.

Los únicos pecados que son retenidos son aquellos de los que el pecador no se arrepiente, no reconoce su pecado y, por tanto, tampoco pide perdón. Dios cuenta con la voluntad, la libertad del pecador para perdonarlo y reconciliarlo con Él. Le ofrece su perdón y su confianza; pero el pecador siempre puede rechazar ese gesto amoroso de Dios.

* * * * * *

Cuestionario


  • ¿Me doy cuenta de la realidad del pecado; de la realidad de tantas ofensas a Dios que tienen lugar cada día en el mundo; y del mal que el pecado hace al hombre?
  • ¿Me acerco al sacramento de la Confesión con plena confianza, como se acercó el hijo pródigo a su padre?
  • ¿Perdono las ofensas y el mal, que me hacen a mí? Y ¿pido perdón por el mal que yo pueda hacer a mis semejantes?

domingo, 1 de enero de 2012

EVANGELIO 1 DE ENERO. SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS




Texto del Evangelio (Lc 2,16-21): En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

Comentario: Rev. D. Manel VALLS i Serra (Barcelona, España)

«Los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado

en el pesebre»

Hoy, la Iglesia contempla agradecida la maternidad de la Madre de Dios, modelo de su propia maternidad para con todos nosotros. Lucas nos presenta el “encuentro” de los pastores “con el Niño”, el cual está acompañado de María, su Madre, y de José. La discreta presencia de José sugiere la importante misión de ser custodio del gran misterio del Hijo de Dios. Todos juntos, pastores, María y José, «con el Niño acostado en el pesebre» (Lc 2,16) son como una imagen preciosa de la Iglesia en adoración.

“El pesebre”: Jesús ya está ahí puesto, en una velada alusión a la Eucaristía. ¡Es María quien lo ha puesto! Lucas habla de un “encuentro”, de un encuentro de los pastores con Jesús. En efecto, sin la experiencia de un “encuentro” personal con el Señor no se da la fe. Sólo este “encuentro”, el cual ha comportado un “ver con los propios ojos”, y en cierta manera un “tocar”, hace capaces a los pastores de llegar a ser testigos de la Buena Nueva, verdaderos evangelizadores que pueden dar «a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño» (Lc 2,17).

Se nos señala aquí un primer fruto del “encuentro” con Cristo: «Todos los que lo oyeron se maravillaban» (Lc 2,18). Hemos de pedir la gracia de saber suscitar este “maravillamiento”, esta admiración en aquellos a quienes anunciamos el Evangelio.

Hay todavía un segundo fruto de este encuentro: «Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2,20). La adoración del Niño les llena el corazón de entusiasmo por comunicar lo que han visto y oído, y la comunicación de lo que han visto y oído los conduce hasta la plegaria de alabanza y de acción de gracias, a la glorificación del Señor.

María, maestra de contemplación —«guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón» (Lc 2,19)— nos da Jesús, cuyo nombre significa “Dios salva”. Su nombre es también nuestra Paz. ¡Acojamos en el corazón este sagrado y dulcísimo Nombre y tengámoslo frecuentemente en nuestros labios!