lunes, 23 de diciembre de 2013
miércoles, 18 de diciembre de 2013
viernes, 22 de noviembre de 2013
lunes, 11 de noviembre de 2013
martes, 29 de octubre de 2013
miércoles, 23 de octubre de 2013
VENTA DE MANTECADOS
Como ya ocurriera el año pasado, el grupo joven de nuestra hermandad ha iniciado la venta de productos navideños con el fin de recaudar fondos que luego revertirán en algún estreno que la próxima Procesión del Corpus Christi 2014.
Recordamos que este año de 2013 gracias al esfuerzo de este grupo de jóvenes, la hermandad pudo estrenar el asta de la bandera de nuestra titular la Divina Pastora que hasta entonces no se pudo realizar por diversos motivos.
Para el próximo año ya tienen en proyecto alguna aportación pero todo dependerá de la colaboración que encuentren en la venta de mantecados, productos que en todos nuestros hogares habrá para las próximas fiestas navideñas, y que mejor forma de colaborar comprándoselos a nuestros jóvenes.
NUESTRA JUVENTUD CON LA VIRGEN DE VALME
Como en años anteriores nuestro jóvenes participaron, junto a los demás jóvenes de las hermandades de Dos Hermanas, en la ofrenda del pasado viernes día 18 a Ntra. Sra. de Valme. Dicha ofrenda desde el año pasado en vez de flores se hace con alimentos, donde los jóvenes de las hermandades presentan a Nuestra Señora un cesto de alimentos no perecederos que después fueron entregados a Cáritas para su distribución entre los más necesitados de la parroquía.
Además de este ofrecimiento realizaron una petición dentro del acto que se celebró, dicha oración es la que a continuación ofrecemos:
Virgen de Valme, te pedimos en este día que protejas a tu Iglesia,
tú que eres Protectora y Guía de todos, protege a aquellos que se les
impiden formar parte de tu rebaño de fieles, quitándole la vida a esos
inocentes desde el momento de su concepción, para que tú seas luz y
encuentren el camino de la salvación, y ten en la gloria, tú que eres Divina Pastora,
a aquellas almas que ya no están con nosotros y que ya conocen la vida eterna.
Algunos miembros del grupo jove de la Hermandad
que participaron en el acto.
viernes, 27 de septiembre de 2013
II TORNEO DE PADEL DIVINA PASTORA
TODA LA INFORMACION RELACIONADA CON EL II TORNEO DE PADEL LA PUEDEN ENCONTRAR EN EL SIGUIENTE ENLACE:
https://sites.google.com/site/torneodepadeldivinapastora/
miércoles, 18 de septiembre de 2013
sábado, 3 de agosto de 2013
Procesión de la Patrona
Nuestra Hermandad participó el pasado viernes 26 de Julio, en la habitual procesión de la patrona de Dos Hermanas, Señora Santa Ana, formando parte de la representación corporativa de las Hermandades invitadas al acto. Dicha representación estuvo formada por el estandarte, el juego de varas de la Divina Pastora, las dos del Santísimo y 4 achetas. Una representación bastante amplia y destacando la notable presencia de varios componentes del grupo joven, símbolo del cuidado y buen hacer en ese aspecto tan importante de la Hermandad.
jueves, 23 de mayo de 2013
domingo, 19 de mayo de 2013
REFLEXIONES SOBRE LA FE. ESPIRIT SANTO: DIOS CON NOSOTROS, EN NOSOTROS
¿Quién es el Espíritu Santo?
No es extraño encontrar cristianos creyentes,
y hasta fervorosos, que podrían con toda verdad hacer suya la respuesta de los
discípulos a san Pablo en su tercer viaje a Éfeso: “Ni siquiera
hemos oído decir que haya Espíritu Santo”. (Hch. 19, 2).
Afirmamos nuestra fe en la Trinidad Beatísima,
un solo Dios verdadero en tres Personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu
Santo. El Espíritu Santo es, por tanto, “una de las Personas de Santísima
Trinidad, consubstancial al Padre y al Hijo, ‘que con el Padre y el Hijo recibe
una misma adoración y gloria’ ” (Catecismo de la Iglesia Católica, n.
685).
Aun conscientes de que el Espíritu Santo es
Dios, como es Dios el Padre, como es Dios el Hijo, la relación con la tercera
Persona de la Trinidad nos resulta a veces menos familiar. “Por desgracia
–recuerda José María Escrivá- el Paráclito (el Espíritu Santo) es, para algunos
cristianos, el Gran Desconocido: un nombre que se pronuncia, pero no es Alguno
–una de las tres Personas del único Dios-, con quien se habla y de quien se
vive” (Es Cristo que pasa, n. 134).
¿Por qué?
En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo se
ha presentado bajo diferentes figuras: como lenguas de fuego, en Pentecostés; y
antes, como paloma, en el Bautismo del Señor. El Espíritu Santo no “se hace
hombre” como Jesucristo, la segunda Persona de la Trinidad, y por eso nunca le
vemos en figura humana. Esto nos puede inducir a tratarle menos, y quizá,
también, a no dirigirnos con frecuencia a Él, porque consideremos que nos es
menos asequible. Los seres humanos estamos preparados para tratar con cosas,
seres y personas tangibles, y no con lo que en el lenguaje popular llamamos espíritus.
Al anunciar a los apóstoles, a todos los
discípulos, la venida del Espíritu Santo, Jesucristo les dice:
“Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito
–Consolador-, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la
verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo
conocéis, porque vive con vosotros y está en vosotros, y os enseñará todo
lo que yo os he dicho” (Jn 14, 16-17 y 24).
Cuando Jesucristo anuncia a los apóstoles que
les enviará el Espíritu Santo, puede parecer
que el Don
divino será recibido exclusivamente
por ellos. Juan Pablo II sale al paso de esa posible interpretación
reductora, y aclara que “en la comunidad unida en la oración, además de los
Apóstoles, estaban igualmente presentes otras personas, varones y también mujeres (…) la presencia de las mujeres en el Cenáculo de Jerusalén durante la preparación
de Pentecostés y el nacimiento de la Iglesia reviste una especial importancia.
Varones y mujeres, simples fieles, participaban en el acontecimiento entero
junto a los Apóstoles, y en unión con ellos. Desde el inicio, la Iglesia
es una comunidad de apóstoles y discípulos, tanto varones como mujeres”
(Audiencia General, 21-VI-89).
Los apóstoles entendieron plenamente esta realidad,
y los Hechos de los Apóstoles recogen numerosos pasajes en los que
mismos apóstoles ponen las manos sobre tantos discípulos y todos reciben el
Espíritu Santo.
¿Qué misión tiene el Espíritu Santo en la
persona creyente?
Podemos resumir esta misión del Paráclito con
dos frases:
a) injertarnos en Cristo, para que la vida de
Cristo sea nuestra vida; hacer que nazca en nosotros la nueva vida de hijos de
Dios en Cristo Jesús. Ese nacimiento es la obra de los sacramentos, y muy
especialmente del Bautismo -que hace al cristiano “partícipe de la
naturaleza divina” (Catecismo, n. 1265) y de la Confirmación;
b) ayudar al cristiano a desarrollar esa vida
divina, que se manifestará en una nueva Fe, una nueva Esperanza, una nueva
Caridad. Y que será posible por el asentamiento en nuestro espíritu de los
Dones del Espíritu Santo; y que se manifestará en acciones concretas que se
corresponden a los Frutos del Espíritu Santo en nuestra alma.
Así lo expresa el Catecismo de la Iglesia
Católica.
“’Justificados en el nombre del Señor
Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios’, ‘santificados y llamados a ser
santos’, los cristianos se convierten en ‘el templo del Espíritu Santo’. Ese
Espíritu del Hijo les enseña a orar al Padre y, haciéndose vida en ellos, les
hace obrar para dar los ‘frutos del Espíritu’ por la caridad operante. Sanando
las heridas del pecado, el Espíritu Santo nos renueva interiormente mediante
una transformación espiritual, nos ilumina y nos fortalece para vivir como
‘hijos de la luz’, por la bondad, la justicia y la verdad’ en todo” (n. 1695).
* * * * *
*
Cuestionario
-¿Rezo alguna vez al
Espíritu Santo pidiéndole que me aumente la Fe, la Esperanza, la Caridad?
- Ante el Sagrario,
¿recuerdo con frecuencia que soy hijo de Dios en Cristo Jesús?
-Al rezar el Padrenuestro,
¿soy consciente de que el Espíritu Santo está en mí?
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LA FIESTA DE PENTECOSTES
La fiesta de
pentecostés originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar
siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv. 23: 15-21; Dt.
1: 69). Las siete semanas representaban cincuenta días; de ahí el nombre de
Pentecostés (cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex. 34: 22 se celebraba al
término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una
fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha, pero
tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro
Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por
la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se
celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley
Es
en este marco de esta fiesta judía, que el autor del libro de los Hechos coloca
la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch. 2: 1.4). Es a partir de
este gran acontecimiento, Pentecostés se convertiría también en la fiesta
cristiana de gran trascendencia (Hch. 20: 16; 1 Cor. 1: 68).
Sin
embargo, PENTECOSTÉS, es algo más que la venida del espíritu. La fiesta de Pentecostés es una de las
celebraciones más importantes del calendario litúrgico, después de la Pascua.
En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los
israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después
de la salida de Egipto.
Aunque
durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el
pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene
como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un
paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se
destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir
como una fiesta de plenitud y no de inicio.
En
este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo
como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día,
son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a
empobrecer su contenido.
Hay
que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más
importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de
vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su
Ascensión y la venida del Espíritu Santo.
Es
bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también,
tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el
nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros,
inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser
testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.
Invoquemos, una vez más, al
Espíritu Santo para que nos regale sus dones y su fuerza y, sobre todo, nos
haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.
Pentecostés
en la Biblia
Hechos de los Apóstoles 2:
1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban
todos juntos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, semejante a
un viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces
aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno
de ellos. Todos quedaban llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en
lenguas extrañas, según el Espíritu Santo los movía a expresarse. Se hallaban por entonces
en Jerusalén judíos piadosos venidos de todas las naciones de la tierra. Al oír
el ruido, acudieron en masa y quedaron estupefactos, porque cada uno los oía
hablar en su propia lengua. Todos, atónitos y admirados, decían:
- ¿No son galileos todos los que
hablan? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra
lengua materna? Partos, medos, elamitas y los que viven en Mesopotamia, Judea y
Capadocia, el Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y la parte de Libia que
limita con Cirene, los forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y
árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las grandezas de Dios.
1Corintios 12: 3b-7.12.13
Por eso os hago saber, que nadie
que hable movido por el Espíritu de Dios puede decir: “Maldito sea Jesús”. Como
tampoco nadie puede decir: “Jesús es Señor”, si no está movido por el Espíritu
Santo.
Hay diversidad de dones, pero el
Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
Hay diversidad de actividades, pero uno mismo es el Dios que activa todas las
cosas en todos. A cada cual se le concede la manifestación del Espíritu para el
bien de todos.
Del mismo modo que el cuerpo es
uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, por muchos que
sean, no forman más que un cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros,
judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos recibido un mismo Espíritu.
Romanos 8: 8-17
Así pues, los que viven
entregados a sus apetitos no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no vivís
entregados a tales apetitos, sino que vivís según el Espíritu, ya que el
Espíritu de Dios habita en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, es que no pertenece a Cristo. Ahora bien, si Cristo está en vosotros,
aunque el cuerpo esté sujeto a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive
por la fuerza salvadora de Dios. Y si el Espíritu de Dios que resucitó a Jesús
de entre los muertos hará revivir vuestros cuerpos mortales por medio de ese
Espíritu suyo que habita en vosotros.
Por tanto, hermanos, estamos en
deuda, pero no con nuestros apetitos para vivir según ellos. Porque si vivís
según ellos, ciertamente moriréis: en cambio, si mediante el Espíritu dais
muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan guiar por el Espíritu
de Dios, ésos son hijos de Dios. Pues bien, vosotros no habéis un Espíritu que
os haga esclavos, de nuevo bajo el temor, sino que habéis recibido un Espíritu
que os hace hijos adoptivos y nos permite clamar: “Abba”, es decir, “Padre”.
Ese mismo Espíritu se une al nuestro para dar testimonio de que somos hijos de
Dios. Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y
coherederos con Cristo, toda vez que, si ahora padecemos con Él, seremos
también glorificados con Él.
Juan 14: 15-16. 23b-26
Si me amáis, obedeceréis mis
mandamientos; y yo rogaré al Padre para os envíe otro Paráclito, para que esté
siempre con vosotros.
Mi Padre lo amará, y mi Padre y
yo vendremos a él y viviremos en él.
Por el contrario, el que no
guarda mis palabras, es que no me ama. Y las palabras que escucháis no son
mías, sino del Padre, que me envió.
Juan 20: 19-23
Aquel mismo domingo, por la
tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien
cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les
dijo:
- La paz esté con vosotros.
Y les mostró las manos y el
costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús les dijo
de nuevo:
- La paz esté con vosotros.
Y añadió:
- Como el Padre me envió a mí,
así os envío yo a vosotros.
Sopló sobre ellos y les dijo:
- Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados,
Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se les retendrá.
martes, 30 de abril de 2013
I torneo de Fútbol Sala ''Divina Pastora''
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TROFEOS |
El pasado fin de semana tuvo lugar en las instalaciones del Colegio San Hermenegildo, el I Torneo de Fútbol Sala Divina Pastora. El torneo se celebró entre la tarde del viernes 26 y la mañana del domingo 28.
Sala
Las hermandades que participaron del torneo fueron: Oración en el Huerto, Cena, Amargura, la Agrupación Musical de la Estrella y nuestra Hermandad.
El torneo se desarrolló mediante una liguilla de 5 y los 4 primeros clasificados pasaban a semifinal. Durante la tarde del viernes tuvo lugar 4 jornadas de la fase de liguilla, quedando para el domingo 1 jornada de la liguilla, la semifinal, 3er y 4º puesto y la final.
En la liguilla la clasificación fue la siguiente: Cena con 10 puntos, Sacramental con 9 puntos, Estrella con 7 puntos, Amargura con 3 puntos y Oración con 0 puntos. Las semifinales enfrentaron a Estrella con Sacramental, la cual se saldó con 6-4 para la estrella, y a Cena con Amargura, la cual se saldó con 3-2 para la cena.
En la lucha por el tercer puesto entre Sacramental y Amargura, nuestra hermandad se llevó la victoria por 6-2 quedando en el 3er puesto. La final entre Cena y Estrella se saldó con un 3-2 para Cena que se proclamó campeón tras un partido muy reñido e igualado.
Independientemente de los puestos en los que han quedado cada hermandad, ha sido una satisfacción enorme para la Hermandad, y en especial al grupo joven, haber podido organizar este torneo y haber podido contar con estos cuatro equipos, ya que ha permitido pasar dos buenos días de convivencia entre la juventud cofrade de Dos Hermanas que allí se dio cita.
Dar las gracias una vez más al colegio por haber ofrecido las instalaciones y a los cuatro equipos por haber asistido al I torneo ''Divina Pastora'', a los cuales esperamos verlos el año que viene, donde habrá más y mejor.
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Hdad. de la Cena. 1er clasificado |
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Agrupacion Musical de la Estrella. 2º clasificado |
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Hdad. Sacramental. 3er clasificado |
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Hdad. de Amargura. 4º clasificado |
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Hdad. de Oración en el Huerto. 5º clasificado. |
lunes, 15 de abril de 2013
martes, 12 de marzo de 2013
martes, 5 de marzo de 2013
CARTA DEL SR. ARZOBISPO A LAS COFRADIAS
Las Estaciones de Penitencia, expresión de la Fe de nuestro pueblo y camino de Evangelización.
Queridos hermanos y hermanas: Escribo esta carta semanal cuando acaba de terminar el llamado Viacrucis Magno, que finalmente hemos tenido que celebrar en la catedral, y que si ha perdido brillantez y belleza plástica, probablemente ha ganado en fervor y hondura espiritual.
De cualquier forma, felicito y agradezco al Consejo de Hermandades de Sevilla por su trabajo generoso de estos meses. Mi gratitud y reconocimiento a las corporaciones que estuvieron dispuestas a prestar las imágenes de sus sagrados titulares. Estoy seguro de que para todos los que hemos participado en el piadoso ejercicio dentro de la catedral y para todos los que lo han seguido a través de la televisión, el Viacrucis ha sido un acontecimiento de gracia,
Cuando faltan quince días para que las sagradas imágenes de las Hermandades de la Archidiócesis salgan a la calle en una peregrinación de fe de una belleza insuperable, quiero reflexionar en voz alta sobre estas manifestaciones que son una expresión hermosísima de la fe de nuestro pueblo y al mismo tiempo un singular camino de evangelización.
Os confieso que, hace diez años, recién llegado a Andalucía, una de las cosas que más me deslumbraron fue su sin igual Semana Santa y la belleza de sus estaciones de penitencia, que como todas las realidades eclesiales están sometidas hoy a la lluvia ácida de la secularización envolvente. En más de una ocasión me he referido al peligro, si no reflejo y consciente, sí al menos involuntario e inconsciente, de subrayar y poner en primer plano la dimensión cultural de la vida de las Hermandades, con menoscabo de la entraña religiosa que les es propia. Es el peligro de la secularización interna, que conlleva el desvanecimiento de la propia identidad, que es la forma más sutil y menos repulsiva de vaciar de contenido la piedad popular. Esto sucede, sobre todo, con las estaciones de penitencia, que ciertamente encierran valores culturales, que nadie puede negar ni despreciar. Sin embargo, en muchos casos, la secularización las ha despojado del atuendo espiritual que les es propio, como expresión de la fe de la Iglesia y como acto de culto. Las ha situado en clave cultural, como espectáculo tradicional, con connotaciones sentimentales, folclóricas, estéticas o costumbristas, susceptible incluso de ser declarado de interés turístico.
Esta nueva perspectiva supone una mutación no pequeña en su identidad originaria. Desde esta clave, nuestras hermosísimas estaciones de penitencia, despojadas del misterio, quedan vaciadas del contenido original que está en su origen y que es lo que las acredita y legitima. De ahí mi llamada a todos los miembros de las Hermandades a cuidar especialmente este aspecto. Hemos de procurar que nada ni nadie solape con otras perspectivas o intereses lo que primariamente es un acto de piedad, de penitencia e invitación a la conversión, pues la contemplación de un Cristo barroco, descoyuntado, lacerado y exangüe, en el silencio de la noche del Viernes Santo, sólo entrecortado por la plegaria de una saeta, nos interpela, conmueve, toca el corazón y suscita en nosotros el arrepentimiento y la compunción del corazón.
Análogamente, nuestras estaciones de penitencia, que certeramente han sido calificadas como el Evangelio en la calle, encierran unas virtualidades catequéticas y evangelizadoras indudables, que hemos de aprovechar en el marco de la Nueva Evangelización a la que todos estamos convocados. Estas manifestaciones de la piedad popular, llenas de hermosura plástica y sobresalientes valores estéticos, nos remiten al autor de la suprema belleza que es Dios. Su contemplación, por otra parte, nos ayuda a penetrar en el hondón del misterio de la redención, mostrando a los niños, y también a los no creyentes o alejados los acontecimientos cimeros de la historia de nuestra salvación. No podemos dejar que todo esto se pierda o se desvirtúe.
Antes de concluir quisiera hacer una última consideración sobre el vínculo que existe entre piedad popular y liturgia. Hermanos Mayores y Juntas de Gobierno han de tener claro que los actos propios de la piedad popular no sustituyen a la celebración litúrgica. Por su propia naturaleza, la piedad popular ha de conducir a los fieles hacia una mejor participación en la eucaristía, a una vida sacramental más consciente, amplia y profunda y hacia un mejor conocimiento de la Palabra de Dios. Las estaciones de penitencia, siendo importantes, no suplen la riqueza y la hondura espiritual de la hermosa liturgia de los días de Semana Santa, que actualiza los acontecimientos redentores. Por ello, invito a todos los cofrades a cuidar con mimo la belleza de sus estaciones de penitencia y a participar en ellas con sincera emoción, pero como complemento de una participación previa, activa y gozosa en las celebraciones litúrgicas del Triduo Pascual, que son el memorial de la Pascua del Señor.
Deseándoos a todos, especialmente a los cofrades y a sus familias, una celebración fructuosa de los días santos que se acercan, recibid mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz y santa Pascua.
+ Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla
jueves, 21 de febrero de 2013
CARTA DEL ARZOBISPO DE SEVILLA. LA CUARESMA DEL AÑO DE LA FE.
Domingo, 17 de febrero de 2013
Queridos hermanos y hermanas:
Con la bendición e imposición de la ceniza comenzábamos el pasado miércoles el tiempo santo de Cuaresma. La invitación a la oración, el ayuno y la limosna, que nos hacía la liturgia de ese día, nos indica el camino a seguir en este tiempo fuerte del año litúrgico, en el que todos estamos llamados a la conversión, que nos prepara para celebrar el Misterio Pascual, centro de la fe y de la vida de la Iglesia.
La participación en el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, que actualizaremos litúrgicamente en la Vigilia Pascual, exige ciertamente un “pueblo bien dispuesto” (Lc 1,17), a través de la meditación más asidua de la Palabra de Dios, la penitencia, el dominio de nuestras pasiones y la práctica de la caridad.
Iniciamos la Cuaresma del Año de la fe. En el precioso mensaje para este tiempo santo, que el Papa nos ha dirigido, reflexiona sobre la relación entre fe y caridad, entre creer en Dios y el amor que nos lleva a la entrega a Dios y a los demás. Nos recuerda el Papa que la fe es en primer término la adhesión personal a las verdades que Dios nos ha revelado y la Iglesia nos enseña; pero es además la respuesta del hombre al amor gratuito y «apasionado» que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente en Jesucristo. Por ello, la fe compromete al entendimiento, pero también al corazón, la voluntad y el sentimiento.
Muy consciente de la profundidad de la crisis económica en el llamado primer mundo, que en el tercer mundo es una situación crónica y mucho más lacerante, el Papa titula su Mensaje con estas palabras: Creer en la caridad suscita caridad. «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16). En este Año de la Fe, nos invita a vivir la Cuaresma desde la caridad. Nos dice que la fe, que es encuentro con Dios en Jesucristo, debe suscitar en nosotros el amor y la apertura al otro, ya que la fe actúa por la caridad. El cristiano –nos dice el Papa- es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor debe abrirse de modo profundo y concreto al amor al prójimo, pues “la caridad de Cristo nos apremia” (2 Co 5,14). Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo por nosotros en la Cruz. Dios, pues, es amor y nosotros los cristianos, con admiración e infinita gratitud, hemos de acoger ese amor que nos precede y nos reclama, siendo para nuestros hermanos epifanía del amor de Dios. Sólo así nuestra fe llegará verdaderamente “a actuar por la caridad” (Ga 5,6).
Afirma el Papa en su Mensaje que no podemos separar u oponer fe y caridad. Ambas virtudes teologales están íntimamente unidas. La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de la comunión con el Señor, para servir a nuestros hermanos, paliando sus carencias e incontables sufrimientos, sin olvidar que la obra de caridad más grande es la evangelización, que es la promoción más alta e integral de la persona humana.
Una fe sin obras es como un árbol sin frutos. Fe y caridad son virtudes que se necesitan recíprocamente. La Cuaresma nos invita cada año al ayuno, la mortificación, la penitencia y la limosna. Nos invita también, y mucho más en este año, a alimentar la fe a través de la oración más intensa y prolongada, la escucha atenta de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos, para convertirnos, crecer en caridad, en amor a Dios y a nuestros hermanos que sufren las consecuencias terribles de la crisis económica. Que como el Buen Samaritano, nos bajemos de nuestra cabalgadura para curar y vendar sus heridas, tan sangrantes y tan dolientes, compartiendo con ellos nuestros bienes.
En la praxis penitencial de la antigüedad cristiana, la Cuaresma era un tiempo propicio para la renovación de la fraternidad, la reconciliación, el perdón de las mutuas ofensas, y también para compartir con los pobres el producto del ayuno. En la coyuntura que estamos viviendo, fruto de la crisis económica, hemos de redescubrir y promover esta práctica penitencial de la primitiva Iglesia. Por ello, pido a las comunidades cristianas de la Archidiócesis que, junto a las prácticas cuaresmales tradicionales, intensifiquen el ayuno personal y comunitario, destinando a los pobres, a través de nuestras Cáritas, aquellas cantidades que gracias al ayuno se puedan recoger. De este modo nos prepararemos a celebrar fructuosamente los acontecimientos redentores, la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo,
Deseándoos una Cuaresma verdaderamente santa, para todos mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
CAMBIAR YO PARA QUE CAMBIE EL MUNDO
Queridos amigos, en la reflexión de la semana pasada os exhortaba a vivir con intensidad la cuaresma, una cuaresma que ha de llevarnos a la pascua, a vivir intensamente el misterio de la resurrección del Señor. La cuaresma no es meta, es camino, no tendría sentido la cuaresma sin la fiesta y el gozo de la pascua. La cuaresma ha de llevarnos a cambiar en nosotros esas cosas que hacen que sufran los demás y que incluso hacen que nosotros suframos. Es curioso observar como siempre queremos que cambien los demás, me sorprendo a veces diciendo “si cambiase mi amigo, o mi hermana, o la gente, o mi madre, o…”, pero pocas veces me digo
“¡ si cambiase yo!”. Hay un cuento que leo con frecuencia y que me gustaría compartir con vosotros:
"De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: 'Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo'.
A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: 'Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho'.
Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi única oración es la siguiente: 'Señor, dame la gracia de cambiarme a mi mismo'. Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida."
Decía Benedicto XVI que la originalidad del mensaje cristiano no consiste directamente en la afirmación de la necesidad de un cambio de estructuras, sino en la insistencia de la conversión del hombre, que exige luego este cambio. No tendremos una sociedad nueva, con nuevas y renovadas estructuras hasta que no seamos capaces de ir cambiando nuestras pequeñeces, nuestras miserias, nuestros apegos, nuestras incoherencias. El mundo cambiará cuando yo sea capaz de ir cambiando. Os invito a que miremos fijamente a Jesús y le preguntemos ¿ Señor qué deseas que cambie de mí?
Termino mi reflexión de esta semana con esta oración que me ayuda a meditar:
“Señor, quiero convertirme para que el centro de mi vida sea Tú, sólo Tú, mi Dios y Señor. Dame fuerzas para olvidarme de mis cosas y pensar menos en mí.
Señor quiero ocuparme sólo de Ti y extender tu Reino a los demás.
Señor, quiero dejar de lado mi vida y mis intereses egoístas para interesarme por Ti y servir en lo que pueda a los demás.
Señor, conviérteme a tu Palabra, a tu presencia. Así dejarán de sonar vacías mis palabras, mis trabajos y mis realizaciones.
Señor quiero convertirme más a ti, dejar mis caminos y mis juicios humanos y empezar a caminar por tus Caminos.
Señor, quiero convertirme día a día, más a Ti en los pequeños detalles que constituyen mi trabajo diario.
Señor, quiero convertirme. Yo solo no puedo. Tanto lo he intentado y siempre vuelvo a quedarme encerrado en mí.
Señor, quiero convertirme. Sal a mi encuentro, alienta mi esfuerzo, acoge mis pasos vacilantes.
Señor, ayúdame a empezar cada día, sin desanimarme por la debilidad de ayer. Hoy es un día nuevo, sin estrenar y quiero convertirme a Tí.
Señor, ayúdame a convertirme. Que sienta en mi corazón tu Espíritu como una luz que ilumina mi camino hacia Ti y que me impulsa con el calor de su amor.
Señor, conviérteme. Sé Tú mi descanso, mi sueño, mi amanecer de cada día, amén”
Buena semana a todos y, como siempre, gracias por estar ahí. No tengáis miedo.
Adrián Sanabria. Vicario Episcopal para la Nueva Evangelización.
lunes, 18 de febrero de 2013
martes, 12 de febrero de 2013
REFLEXIONES SOBRE LA FE
REFLEXIONES SOBRE LA FE
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lunes, 4 de febrero de 2013
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