En lo que se refiere al aspecto sacramental en las Hermandades de Penitencia, hemos de cuidarlo, conservarlo y mejorarlo aún más. Debemos de entender que ante todo somos parte de
¿Trato de aumentar mi fe y amor a Dios?
No basta con llevar el nombre de nuestra Hermandad a gala, o ponernos su medalla luciéndola con orgullo o siendo miembro de su Mesa de Gobierno, independientemente del cargo que ostente. ¿Nos hemos parado a pensar que la fe y el amor a Dios no se deben quedar ahí?, no sólo en una Estación de Penitencia, un altar, un traslado, un besamanos, en los cultos que nos marcan las Reglas… tiene que ser algo más, tenemos y debemos ser Iglesia Viva en la que Jesús Sacramentado esté siempre presente por encima de todo, y amarnos los unos a los otros en verdadera armonía y Hermandad.
Desgraciadamente, en cultos que son propiamente sacramentales para las Hermandades de Penitencia no juegan el mismo papel como pueden ser otros. Se nota de manera abismal la poca afluencia de personas a turnos de velas, exposiciones o en la procesión del Corpus entre otras… ¿He abandonado el trato con Dios en la oración o en los sacramentos? Debemos reflexionar sobre esto e intentar poner nuestro granito de arena en la medida de lo posible, una simple genuflexión hacia el Señor, arrodillarnos ante el Monumento o en la Consagración, una oración ante el Sagrario, acudir a misa dominical, el Triduo Pascual, de los que nada tendría sentido si unas horas más tarde nos enfundáramos nuestro capirote e hiciéramos publica Estación de Penitencia, y aún más, sin el Sacramento de la Confesión… ¿Excuso o justifico mis pecados?, ¿he comulgado después alguna vez?
No sólo debemos amar a Dios y a nosotros mismos, debemos hacerlo con el prójimo. Pertenecemos a una cofradía, y en ella hay que predicar con el ejemplo y darle el verdadero significado a la palabra “Hermandad”, y ser aún más hermanos si cabe, evangelizar, y cómo no, tener caridad hacia los demás, y no solo material, donde siempre será poco para lo que podamos hacer a aquéllos que necesiten comer, compañía, atención, o una simple caricia… No olvidarnos de que debe ser una de las primeras y más importante: también como cristianos hemos de defender la vida desde el momento de su concepción hasta su muerte natural.
En definitiva, no debemos dejar nunca a un lado el verdadero significado de lo que somos: Hermandad. Y siempre con la presencia de Jesús en el Sagrario, sin dejar a un lado esos momentos de oración y reverencia hacia el Señor, que harán de nuestra Hermandad de penitencia un verdadero campo florecido para que todos se puedan acercar a compartir momentos de confraternidad y respeto.
Luis Jesús Jiménez Pérez
Prioste de la Hermandad de la Vera-Cruz de Dos Hermanas
No hay comentarios:
Publicar un comentario